
La obra de Paula Vogel ganadora del Pulitzer en 1997 por este texto, Cómo aprendí a manejar, retorna a escenarios capitalinos luego de dos montajes previos, su estreno en el país, dirigida por Otto Minera, en el 2000 con Rebecca Jones Jesús Ochoa, Cecilia Romo, Juan Carlos Vives e Irene Azuela y en 2017 a cargo de la compañía Conejo con Prisa, con Sofía Espinosa al frente del elenco.
En esta ocasión es Cassandra Ciangherotti quien encabeza el elenco de la obra, y es con quien tuvimos una conversación sobre la excelente obra.

Cassandra si no estoy mal informado, Cómo aprendí a manejar se escribió en 1997 que la hizo acreedora al Premio Pulitzer, ya son 27 años y lamentablemente sigue tan vigente como el día que le escribió Paula.
Pensaría que sí. Es como una cosa que nos ha hecho mucho ruido a los que estamos en la obra, como si sí, o si no sigue con esa vigencia, pero yo creo que de muchas maneras sí. O sea, si el monstruo ya no está afuera porque estamos a lo mejor más atentos a él algunas personas, es un monstruo interno con el que uno está peleando ahora todo el tiempo.
El otro día me escribió una persona, un chico, que le había movido mucho la obra pensando en su mamá, y eso me encantó. Fue como darme cuenta de los niveles que tiene la obra, de la conciencia de cuán importante fue el trabajo que hicieron muchas personas, mujeres y hombres en busca de su libertad, y del perdón, y de sanar cosas que de entrada hicieron nuestras madres.

Tienes toda la razón porque si bien puede que no sea rigurosamente ese hombre acosador, violador, manipulador, pero eso sigue existiendo. No sé qué tanto hayan bajado los índices de este tipo de delitos, pero está conciencia que mencionas, eso es excelente.
Yo tampoco sé cómo hayan bajado los índices, pero lo que sí ha sucedido a través de movimientos feministas. Yo no me considero así recalcitrantemente feminista, pero sí respeto muchas cosas del feminismo, y entre ellas es que el feminismo nombra, y hace 30 años no existía la palabra grooming, que es, en gran parte, lo que sucede en esta obra. Toda esta manipulación, que tal vez en ciertos momentos de nuestra vida no sabíamos cómo nombrar, y por ende no podíamos decir, y ahora ya hay muchos nombres que enmarcan la violencia que no es física, ni verbal.

Peck, que curiosamente es el único personaje que tiene nombre de la obra, aparenta ser un tipo encantador, es amable, es cariñoso, pero todo lo que oculta y cómo manipula todo, para lograr un objetivo muy mezquino. Pero no es un violador, golpeador, violento, ¡NO!, y es mucho más grave porque es lo que sucede o sucedía en esta problemática que plantea la obra. ¿Cuántos casos habrá de este tipo de “seducción”, por decirlo de alguna manera, intrafamiliar de parientes muy cercanos a las víctimas?.
La mayoría de este tipo de casos suceden incluso con la misma línea sanguínea, tíos completamente relacionados, padres, madres a sus hijos también. Es lo más duro porque creo que es lo más violento, alguna vez leí en alguna parte, que el amor de los hijos hacia los padres es más incondicional que el amor de los padres hacia los hijos, y me pareció brutal porque de cierta manera los padres están desde el capítulo uno de nuestra vida, y los hijos llegan en otros capítulos de nuestras vidas, pero la figura del padre y la madre, son nuestra supervivencia. El amor que uno está dispuesto a sacrificar por ellos es enorme, es decir, estoy dispuesta a amarte a ti más de lo que estoy dispuesto a amarme a mí, con tal de poder sobrevivir. Ahí es donde sucede el acto más tremendo porque surge de un amor enorme de esos ojos que miran con amor incondicional, y uno aprovecha eso para abusar. Es tremendo.

Que terrible, que fuerte y qué bonito lo que dijiste del amor filial y de que estás dispuesto a dar la vida por quién te dio la vida.
Exactamente. Y luego conforme uno va haciéndose más grande empieza a entender que uno no le tiene que deber la vida a los padres, pero yo creo que ese es el proceso de madurez más grande que uno enfrenta en la vida, el decir, Yo no tengo que deberle la vida a mi mamá, se la tengo que agradecer, entonces se lo agradezco y continúo hacia adelante mi camino, pero sí se la estoy debiendo, el río no fluye, estoy volteándola a ver a ella y no estoy volteando a ver lo que viene. Es un proceso de madurez muy grande que uno lo va haciendo conforme se va haciendo adulto, mientras tanto, hay un terreno fértil para el abuso constantemente.

Una mujer madura (Cassandra Ciangherotti) presenta al espectador, a través de flashbacks en desorden cronológico, sus primeras lecciones de manejo, que se convierten finalmente en oscuros pasajes acerca de su vida y de su relación con el instructor, su propio tío (Juan Carlos Remolina), quien es en realidad un pedófilo que comienza a acosarla desde que ella tenía once años. En esta nueva producción de Oscar Uriel, la directora Angélica Rogel, consigue una pulcra y sólida puesta en escena, que contrasta con un escabroso tema que nunca debería perder vigencia.
Remolina, en su regreso a las tablas, consigue un siniestro y carismático personaje, quebrado moralmente y con traumas sin resolver.
Cosita, la protagonista de esta historia, relata cómo, desde las piernas de su tío, aprendió a manejar y es excelente el trabajo de Ciangherotti, que interpreta a la víctima de acoso en las diferentes edades que exige el libreto, con gran precisión, convincente en su inicial coquetería y su posterior dependencia emocional. Impecable trabajo, de la joven, talentosa y experimentada actriz, absolutamente verosímil, expone las fisuras y tensiones reprimidas de Cosi.

¿Histriónicamente qué retos te implica “Cosita”?, tu personaje, que va de los 11 como a los 30 años, en diferentes etapas, y hay saltos de tiempo, de edad de los personajes, del tuyo en particular, y por supuesto del tiempo cronológico. Tú vas y vienes y te transformas desde el interior, porque no hay cambios en el exterior.
Hubo un trabajo muy fuerte de memoria y de creación junto con Angélica Rogel, la directora, para poder reunir cachos de la historia, porque de repente está en una escena y se va a cualquier otro lado, por cualquier razón, que supongo que la autora lo tiene clarísimo, pero nosotros estamos descubriendo un texto que no escribimos con ella, vamos deduciendo. Eso ha sido muy rico, poder explorar posibilidades de por qué decide acordarse de una cosa estando en otro lugar.
Y después el tema de la voz fue un proceso muy lindo, porque cuando estábamos haciendo las lecturas, hicimos dos ejercicios diferentes: en uno la fuimos leyendo, y fui como entrando con mucha facilidad, yo no sé si tenga que ver con el texto, pero con mucha facilidad hacia la infancia; luego en un ensayo, Pablo Perroni se acercó a mí y me dijo unas cosas muy lindas de lo que estaba haciendo en los ensayos, que me sentaron una base. Que estaba como entrando en una atmósfera, que no estaba haciendo una voz nada más como de una niña. No sabía que eso era lo que se estaba viendo, pero para mí fue muy útil porque me hizo entender más por donde tenía que ser.
Y luego Angélica hizo un ejercicio en el que puso un orden cronológico de la obra, que no es el de la obra per se, como de eventos, y ahí fui descubriendo otras cosas, que fue como la Cosi adolescente, que está como más enojada. También nos dimos cuenta de que es un poco más grande para su edad por lo que ha vivido. Fue un proceso muy interesante, muy profundo y con muchas variantes.

Cómo aprendí a manejar, notable y necesario texto de Vogel bajo la experimentada dirección de Rogel, es la íntima y conmovedora colección de recuerdos de una víctima de abusos, organizada sutilmente como un manual de instrucciones de manejo, que a pesar del tiempo transcurrido desde su estreno no ha perdido un ápice de su vigencia y fuerza. Como tampoco debería prescribir ningún hecho de abuso sexual.
Cosita sufre un acoso permanente del abuelo, que la molesta siempre, burlándose de atributos que se asocian, por supuesto, con lo sexual. Es una situación terriblemente incómoda para esta pobre niña.
Es muy incómoda, y yo insisto mucho cuando ensayábamos y luego cada uno decide su camino, pero se habla mucho, y yo creo que el abuso es algo que está en la familia, siento que hay cosas que dice Cosi sobre el abuelo, que son muy evidentes de lo sistemático, finalmente se robó a la abuela cuando tenía 15 años. Habla de una abuela Lili que le pegó con una escoba, cuando se la llevó, en la cabeza todo el tiempo, lo cual nos habla de una falta de voluntad de la abuela de quererse ir o de entender lo que está sucediendo. También yo le digo que fue un maldito perro desgraciado con su familia cercana, y la normalización que tiene la tía Mary sobre el abuso del tío hacia su sobrina, donde la culpa a ella. Entonces creo que es más sistemático de lo que se alcanza a ver en la obra, pero se intuye.

El hecho de que la traducción sea de Angélica, supongo que ayuda a entender muchas cosas, ¿es así?.
Seguro desde la perspectiva de Angélica, ¡si!.
Las traducciones para mí siempre son temas muy íntimos y muy interpretativos, cada quien tiene su propia visión de lo que considera importante, y de lo que no, y esta es la versión de Angélica en la que ella rescata lo que le parece lo más importante, o las palabras más congruentes con este idioma. Y sin duda también son culturas diferentes, el aprender a manejar allá, en una época, y cómo hubiera sido en México. En algún momento pensamos, porque siempre que uno adapta obras de teatro de otros países, se pregunta si vale la pena la adaptación cultural, no solo el idioma, y pues no sentimos que valiera la pena porque tiene algo muy americano la obra, aunque es una situación que vivimos y que compete a todos.

Vogel toma, de una manera bastante cinematográfica en cuanto estructura narrativa, ágil y bien engarzada en sus partes, las memorias de una mujer de alrededor de cuarenta años que recuerda su infancia y adolescencia —entre los 11 y los 18 años, periodo durante el cual es asediada por un tío que la desea.
Me parece muy relevante que por primera vez, es la tercera vez que se monta en México, sea la primera vez que la dirija una mujer y a mí me parece muy relevante, me parece muy relevante que un tema como este sea dirigido por Angélica, quien montó no hace mucho La jauría, sobre el terrible caso en España de una violación colectiva. Angélica es, hoy por hoy, la directora teatral mexicana más notoria, mas importante y más activa.
Sí, sin duda está haciéndose un nombre muy sólido y muy respetado, y con mucha razón. Para mí trabajar con ella ha sido muy enriquecedor, y diría que hicimos un equipo muy lindo creativamente, es una directora que sabe escuchar y poner atención, y está atenta, yo eso lo respeto mucho en los directores, cuando te dicen que sí porque están atentos, además las propuestas que hace y la dirección que tiene y la claridad hacia donde lo quiere llevar, me da mucha paz y me gusta acompañarla siempre, siempre que me mandan notas de los ensayos o de las funciones siempre le digo: Dime más Angélica, ya sabes que estoy para complacerte. Me gusta estar a la altura de lo que me pide.

Lo que mencionas sobre el equipo armonioso, creativo y participativo lo proyectan en escena.
Sí, la verdad ha sido una compañía muy sorprendente para mí, siempre te encuentras cosas maravillosas en el teatro, yo la verdad es que es el espacio donde más me siento feliz en la vida, en los ensayos de una obra de teatro, ni siquiera en las funciones, para mí, mi espacio creativo por excelencia es un ensayo de teatro, y siempre me encuentro cosas maravillosas, y me río deliciosamente, como que todo mi sentido del humor se expresa fuertemente en los ensayos, y es una compañía con mucho sentido del humor, entonces ha sido muy gozoso descubrir a Pablo Perroni y a Mahalat Sánchez, que son de verdad un sentido del humor brutal; nunca había trabajado con Juan Carlos Remolina, que es un actor de primera, súper concentrado, dispuesto, abierto, risueño. También conocer a Luz Olvera, a Vaita no, porque, no sé si sabías, pero es sobrina mía, Vaita Sosa es mi sobrina, porque es hija de Vanessa, mi hermana, y de Roberto Sosa, entonces está siendo también muy hermoso
No es algo que comente mucho porque Vaita está en la obra por sus propios méritos, yo ya estaba convocada para hacer la obra y un día me habló para decirme que había audicionado para cierta obra, yo ni siquiera estaba en México cuando ella audicionó, entonces llegó por sus propios méritos, es muy talentosa y me conmueve mucho descubrirla.

Le viene de sangre.
Sí, es una cosa muy hermosa, ahí está esto que hablamos, el linaje de mujeres atravesando millones de cosas, y pienso mucho en mi abuela, en Mercedes Soler, y cómo fue para ella dedicarse a esto, me conmueve mucho lo que te digo, Salvador, dedicarse a este oficio en una época en la que estaba más restringida, mucho más, teniendo hermanos actores que le decían que podía hacer y que no podía hacer, y rompiendo paredes para que yo y Vaita podamos estar en el escenario hoy.
La obra dice una cosa y no me había dado cuenta, pero de repente en una función, escuchando uno va descubriendo cosas, y de repente al final de la obra hay un momento en el que repiten tres frases, una es: Eras tan chiquita que cabías en la palma de su mano; ¿Lo estoy haciendo bien tío Peck? le dice la niña; y la tercera es ¿Cómo va a servirle Shakespeare a la hora de la hora?, y esa me movió muchísimo en un momento porque es el teatro el que, como linaje femenino, nos ha llevado hasta donde estamos, y ahora esta Vaita en el escenario compartiendo toda su pasión gracias a que una mujer en algún momento de su vida, aprendió a hacer teatro.
Luz Olvera también es un bombón y también es súper talentosa y está siendo un goce trabajar con las dos, cualquiera de las dos que me toque en función es una gozada.

Que bueno que tú encabes este elenco tan sólido. Ahora que me decías de los ensayos, sin duda en las funciones la obra sigue creciendo y siguen descubriendo cosas en cada función, porque, aunque suene a lugar común, pero es cierto, no hay dos funciones iguales aunque se repitan los diálogos y las acciones, pero tiene que ver, por supuesto, la energía, la reacción y la respuesta del público.
Sí suceden cosas muy diferentes, un domingo, que es día difícil, fue una función que empezó suave, suave, suave. Tuvimos un público muy risueño y nosotros también estábamos muy suavecitos, y de repente la obra empezó a tomar una profundidad que no habíamos experimentado, y sí, como que el deseo de siempre de ¡Esta va a ser la mejor función!. Y nos moríamos de risa porque no depende de nosotros, hay una mística muy grande en el teatro, que para mí se completa con la presencia del público, o sea , por más que uno siempre de el 100, es la colectividad la que genera una sinergia, que hace que la obra sea una, o sea otra. Es impresionante de verdad, cada vez me vuelvo más sensible al potencial del colectivo humano.

Con el público se cierra el círculo.
Y la verdad fue muy buen público, y un público muy amoroso, muy risueño. La primera vez que dimos, que fue un ensayo general, ahí tuvimos mucho miedo después de ese primer ensayo general porque nadie se río nunca. Parecía que estábamos haciendo chistes grotescos de un tema que ya todo el mundo tenía entendido. Salimos de la función como todos diciendo: ¡Angélica! ¿qué estamos haciendo?. Pablo, que hace al abuelo, que se burla de Cosita, horrible, se quedó: ¿Pero qué hago. Ya corto los chistes o qué?.
Angélica nos dijo: No chavos, esta es una obra de teatro que ustedes se tienen que agarrar de la mano y confiar en que van a llevar al público a un puerto necesario, importante, y que no les importa el juicio primario que va a hacer la gente, porque lo va a hacer durante los primeros 15 o 20 minutos de la obra. Entonces eso nos sirvió mucho para no soltarnos la mano y agarrar al público y decir, vamos a empezar diciendo que la pedofilia Ja ja ja, y después vamos a entender que es más grave que eso.

Y es una obra amable, en el sentido de que si hay muchos motivos de risa, pero lo que pasa conduce a motivos de reflexión.
Completamente, y la realidad es que a veces somos muy aprehensivos con la seriedad con la que se abordan los temas, pero mucha gente al ver temas fuertes con abusos, también encuentran mucha luz en el humor, sin duda. Entonces el humor me parece que es una herramienta muy potente, muy necesaria para poder relajar el cuerpo y poder traspasar cosas tan dolorosas.

Por alguna razón me ha tocado interpretar personajes que hablan de este tema en mis dos últimas obras de teatro, en Blackbird, una obra que te dejaba sin esperanza, te dejaba como desecho, y me acuerdo mucho como tardaba el aplauso del público en llegar, porque se quedaban como sin aliento. Me acuerdo en una función me llegó una postal que me había dejado una chica que había ido. Me contaba su historia de abuso, y una postal que decía: No te olvides de ser feliz. Esta obra para mí, desde mi perspectiva, Cosi decide no olvidarse de ser feliz, entonces, creo que eso es una lección muy importante de la obra, que habla del perdón, que habla de la resiliencia.

Es un personaje hermoso, además es muy madura, formando parte de una familia tan peculiar como la suya creo que es la única que tiene los pies bien puestos en la tierra. Pese a la situación por la que pasa, no está cargada de odio, de rencor, ni de resentimiento. Muy bello personaje y tú haces excelente estas transiciones de edad. No es necesario que digan en qué año está, porque tú, con la voz, haces que uno sepa si es la niña, la joven o la mujer la que habla.
La escuchas, la escuchas, eso me lo decía Pablo cuando estaba viendo los ensayos, me decía. Yo no sé qué le va a pasar al público, pero yo estoy viendo a una niña solo por escucharte. A mí me conmueve mucho porque si hay una parte mía, es de las partes que más me conmueve, es retomar y tocar esos aspectos más inocentes del ser humano. Cuando somos niños, que amor tan grande tenemos en el corazón, es realmente una cosa muy especial y me conmueve porque el mundo está hecho pedazos ahorita y estamos tratando a las infancias como si no fueran lo más cercano a Dios, es tremendo, pero son muy especiales los niños.
La propuesta se conforma por una serie de escenas que muestran a la familia (no más repugnante que muchas que tratamos a diario como normales), la incomprensión, la soledad de ese ser en crecimiento, y al tío, un alcohólico que no sólo la desea a ella, sino que también puede sentirse atraído por varones de igual edad que la protagonista, a los que maneja con la misma intención de secreto y ocultamiento.

El teatro es de todos. ¡Asista!
Absolutamente recomendable. Imprescindible. Obligada.

Como aprendí a manejar de Paula Vogel.
Dirección: Angélica Rogel.
Actuación: Cassandra Ciangherotti, Juan Carlos Remolina, Mahalat Sánchez, Pablo Perroni, Luz Olvera / Vaita Sosa.
Foro Lucerna. Lucerna 64, Colonia Juárez, Metrobus Reforma
Viernes 20:30 horas, sábado 17 y 19:45 horas, domingo 17 y 19:45 horas. Hasta el 18 de agosto
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