Teatro contemporáneo, desde la dramaturgia hasta la puesta en escena, El lugar de la sombra y la brisa, a cargo de la compañía, Un pino en la vía láctea, es una aventura en donde, debido al texto planteado, no hay manera de ver las mismas escenas de una función a otra.
El director de escena, dramaturgo, actor, guionista y docente, David Gaitán, nos muestra de manera lúdica y vertiginosa, una metáfora del juego perverso al que jóvenes artistas son catapultados por los resortes de su entorno, como participantes de un tablero extraño sobre cuyas reglas no decidieron, las juventudes se ven obligadas a competir entre sí, pendientes de mantenerse arriba en el marcador y hacer lo necesario para ser los primeros en llegar a la meta.
Condicionados por un entorno en donde el poder adquisitivo es central para seguir compitiendo, influenciados, además, por múltiples ideologías que vehementemente exigen sumarse a su causa y, por si fuera poco, con la certeza de que el azar dicta sus opciones, un grupo de jóvenes competidores busca desesperadamente llegar a El lugar de la sombra y la brisa.
Habla el absoluto creador del espectáculo: David Gaitán. La primera respuesta a nivel formal tanto en la dramaturgia como con la dirección es hacer un texto en donde el azar genuinamente determina todo lo que puede pasar. Tanto en el proceso de ensayos, incluso antes de la dramaturgia, imaginaba algo que parece un poliedro de múltiples opciones, ver sus combinaciones, qué tiene que pasar estructuralmente en la puesta en escena para que algunas combinaciones ocurrieran, algunas escenas que queremos si, o si, sean respondidas por la que está escrita como su respuesta, otras que pueden ir aisladas, cuál es el código de discurso que se va armando con una u otra combinación de las escenas y al mismo tiempo, cómo hacemos de verdad que el animal esté vivo y sea genuinamente el azar lo que lo determina, que es así.
Si se preguntan si está truqueado o no, ¡No está!. Si bien tenemos ciertos, como candados estructurales, que sabemos que si llegamos a este punto procedemos con esto, si llegamos a este otro, procedemos con este otro, es un mapa que, en sí mismo, tiene muchas variantes. De entrada, es imaginar, es un texto que se parece, como se dice literalmente en la obra, a una especie de gran juego de mesa, poner las instrucciones ahí y jugar.
Hay que estar en muchos canales a la vez, son muchas posibilidades que pueden estar pasando todo el tiempo, a partir de haber salido digna o indigna, ver que escena ya ocurrió, entonces saben que les toca esta otra, descartan esta. No solo en escena, lo mismo ocurre a nivel de cabina, el diseño de iluminación, el diseño de audio, es hacer un ejercicio de universos infinitos que tenemos que estar brincando de uno a otro. Es hacer un gesto ambicioso estructuralmente que termina por impactar en todas las áreas.
A partir de un mapa estructural que semeja más un juego de mesa que una obra tradicional, pretendemos hacer un gesto de exceso de teatralidad. Entendiendo que hoy en día el mundo digital es difícilmente superable, la obra pretende ser un gesto de presente que subraye su cualidad única e irrepetible. Para ver todas las posibilidades escritas y ensayadas, quizá se tendría que asistir 9 o 10 veces. Acota Gaitán, egresado de la Escuela Nacional de Arte Teatral.
Para el actor Fernando Bonilla, un aspecto determinante, además del azar, es la interacción con el público, ya que éste participa calificando las acciones escénicas de los competidores/actores, que se dividen en acciones dignas e indignas, con el propósito de avanzar o retroceder en las casillas del juego, lo que multiplica las variables en cada función.
Yo me integré cuando todo ya estaba un poco más estructurado. David me habló antes, hace poco menos de un año y me invitó para dar una función porque originalmente su idea era que esta figura fuera como un actor invitado en cada función, la idea cambió y me integré al proceso de ensayos más en forma. Me tocó jugar este rol EP, no sé qué significan esas siglas, hay muchas acepciones posibles, y el personaje, como lo planteó David, es un poco un mutante que va tomando distintos rostros, aunque, está siempre del lado de la verticalidad, de la lógica, de la evaluación, de la competencia, creo que ese es el motor de esta obra: la idea de la contradicción.
Alguna vez leí una entrevista de Vicente Rojo, le preguntaban qué consejo les daría a los jóvenes artistas y él decía “no competir, no compitan”. Lo cual me parece una idea magnífica pero específicamente en el mundo de la actuación es muy complicado. De verdad no hay que competir, pero al mismo tiempo no podemos no jugar este juego absurdo, el juego absurdo, estúpido y ridículo de los Likes. Al final queremos que la gente venga al teatro. Todos los premios son una mamada, todos. El arte es subjetivo, entonces no se puede calificar como si fuera un deporte, pero al final, nos dan visibilidad y hacen que nuestro siguiente proyecto tenga más alcance, entonces jugamos y los seguimos alimentando. Esa contradicción es inalienable en el sentido más puro del arte, pues es no tener un sentido práctico, por eso de pronto es lo único que tiene sentido en nuestras vidas, pero en el marco del capitalismo, absolutamente todo tiene un valor. Si hacemos teatro en una isla desierta con un grupo de personas y ahí sí dejamos de jugar al juego. O jugamos el juego y sabemos que no es en serio, pero sí es en serio, y esa contradicción determina nuestras vidas y todas nuestras carreras, además somos gente muy implicada con nuestro trabajo y nunca es suficiente, eso es interesante, por ahí decían el lugar de la sombra y de la brisa no se alcanza, es el horizonte, caminas para allá y caminas para allá y nunca lo alcanzas. Y cuando ya no puedes caminar más y te vas a morir, sientes una enorme insatisfacción y volteas para atrás y todo lo que has hecho no es suficiente, y solo es lindo mientras se levanta el telón. Hasta aquí las palabras del histrión.
Siete actores y actrices compiten en un juego en el que sus dignidades, reputaciones, trabajos y finanzas están en juego, junto con las exigencias de mantenerse activos en las redes sociales, todo esto se teje en una metáfora de un juego perverso, divertido, cruel y crítico.
La idea es proponer una radiografía lúdica de los obstáculos, anhelos y motivaciones de vida y trayectoria profesional de los actores y actrices, añade Gaitán.
Con respecto a al proceso de creación, afirma: Antes de ponerme a escribir el texto, tuvimos varios encuentros y tallereamos varias ideas y muchos de los planteamientos, de las improvisaciones o las escenas resultantes de esas semanas de trabajo, actualizadas desde la pandemia a finales del año pasado, muchas de esas ideas mutaron al texto, pasadas por muchos filtros para hacerlas funcionar en esta estructura, en esta lógica, pero casi todo el elenco tiene, ocurran o no en escena, una escena personal, resultado de algo de lo que pasó en esas improvisaciones, de las casillas será como un 15 o 20%, las otras las escribí por distintas inquietudes, que algunas se manifestaron en estas sesiones, otras son inquietudes personales, algo de la oportunidad de esta obra, de lo que me interesaba perseguir con la obra desde la dramaturgia, es la oportunidad de hablar con amplitud de una serie de temas que nos rondan, tanto tabúes que nos dan miedo, abordarlos, responderlos y favorecer una dialéctica que pusiera en tensión, las cosas que nos tienen en tensión, sabiendo que hay escenas que pensábamos: ¿vamos a decir esto? ¿vamos a hacer esto?, y luego cuando se ponían en contexto, cuando venía la respuesta en esa casilla se entendía que, si bien estaba cargado lo que se hacía, buscábamos contrapesarlo para que favoreciera una conversación, que propiamente la búsqueda de hacer una obra parcial, más allá del sentido que estamos en este juego imposible, surrealista y angustiante, hermoso por momentos, persecutorio todo el tiempo, a expensas del azar.
La propuesta escénica es un modelo para amar, en el que se contrastan diversos puntos de vista o temáticas. El denominador común es que se ponen en juego las motivaciones y obstáculos a los que se enfrentan actores y actrices durante su carrera, desde sus problemas económicos hasta lo que tiene que ver con lo estético, creativo e ideológico, incluso el impacto que tienen las redes sociales en su personalidad y carrera profesional.
La combinación de todo esto se va modificando en cada función, dependiendo del azar y las acciones dignas o indignas que le toquen a cada competidor/actor/actriz.
El objetivo es llegar cuanto antes a el lugar de la sombra y la brisa. Sin embargo, los obstáculos son demasiados: el azar (que condiciona la dignidad), la respetabilidad (que la decide el público) y el poder adquisitivo (que nunca es suficiente).
Al respecto, afirma el autor director de la obra: El otro asunto que nos resultaba muy importante era el momento de las votaciones, sentíamos que más que el texto, las actoralidades y el tono de las escenas, hay una búsqueda muy consciente hacía una imparcialidad. Creo que ha ocurrido siempre pero ahorita está muy en el foco, que las lecturas parciales o el ejercicio de sacar de contexto un texto, una idea, un momento es algo común, es un riesgo muy palpable. Nos interesaba mucho sacar hacia la butaquería la oportunidad de la votación en torno a la moralidad y ese juicio a partir de lo que se está haciendo yo creo que puede ayudar a compensar, en todo caso a complejizar, y ver que las lecturas pueden ser variadas.
La postura en la que sí creo y busco que sea como un denominador común para toda la obra, es la voluntad para que los temas sí se hablen, tratar de ir en contra de que cualquier conversación hasta convertirse en un tabú, al punto de que dé mucho miedo hablar. Creo que estamos ahí y la obra busca lanzar un poco de luz hacia allá, este miedo a hablar no arroja luz sobre una posible solución.
Me pesa mucho la idea de que alguna de las escenas pueda herir a una víctima, así como me pesa mucho que alguna de las escenas pueda ser usada por un abusador o presunto violentador como argumento de que esa escena me da la razón, tampoco, ni remotamente se pretende eso, ninguno de los dos extremos. En todo caso lo que se pretende es la voluntad de, está este tema, verbalicémoslo.
Hay un diálogo: “Estoy harta de que se haga de la escena una tribuna política. Que peste tan insoportable”. Yo creo que nadie aquí firmaríamos esa frase, aunque este en la obra y aunque se ponga ahí y que da pie para que luego pueda venir la respuesta.
Siento que la voluntad termina más hacia que los temas no se carguen de algo que los haga inverbalizables, la escena si debe combatir contra ese impulso.
El teatro es de todos. ¡Asista!
Muy recomendable. Experiencia escénica que hay que vivir.
El lugar de la sombra y la brisa. De David Gaitán.
Dirección: David Gaitán.
Actuación: Fernando Bonilla, Argeniz Aldrete, Mariana Arenal, Erik Gutiérrez Otto, Michelle Menéndez, Phany Molina, Nacho Reyes y Ximena Torres.
Foro de las Artes del Centro Nacional de las Artes. Tlalpan y Churubusco, metro General Anaya.
Jueves y viernes, 20 horas; sábados, a las 19; y domingos, a las 18 horas, hasta el 19 de marzo.
Los boletos tienen un costo de $150 pesos, con promoción de los jueves a $30 pesos, y están disponibles a través del sistema Ticketmaster y en las taquillas del Cenart. Para más información consulta cenart.gob.mx.
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