Hamlet es Irene Azuela, pero no es la primera vez que Hamlet es interpretado por una mujer. A lo largo de este siglo otras grandes actrices también se han enfrentado con este personaje: encabeza la lista, por supuesto, la gran gala Sara Bernhardt, le siguen las hispanas Margarita Xirgu y Nuria Espert, no puede faltar la polaca Teresa Budzisz-Krzyzanowska, se les unen las mexicanas Rosenda Monteros, Julieta Egurrola y ahora Irene Azuela se suma a la lista de Hamlets interpretados por féminas, con la salvedad que la ultima no es una mujer interpretando a un varón, es una mujer prestando su cuerpo, su energía, su sangre, a otra mujer. Si, ahora Hamlet no es el príncipe de Dinamarca, sino una princesa nórdica, quien ofrecerá, claro, con la compañía que encabeza Oscar Uriel en la producción y Angélica Rogel en la dirección, una función especial el próximo jueves 28 de julio en el Teatro de la Ciudad Esperanza Iris
Hamlet es, probablemente, la obra no cómica más veces puesta en escena durante el siglo XX. Su protagonista, el que mayor número de actores desearía interpretar; y "ser o no ser", el monólogo teatral mejor arraigado en la memoria colectiva.
El príncipe de Dinamarca, ha pisado infinidad de veces escenarios mexicanos. Aquí un recuento, seguramente incompleto, de su presencia Mexicana.
Luis Mario Moncada, en su “biblia” teatral Así pasan… consigna en octubre de 1914, en el Teatro Colón, la primera aparición de Hamlet en teatros locales, con la compañía de Miguel Muñóz. El atormentado príncipe retorno, ahora al Teatro Hidalgo, en compañía del moro Otelo, en mayo de 1924, gracias a la compañía de Ricardo Mutio.
Mas de 2 décadas tuvo que esperar Hamlet para retornar, ahora en la figura de Sergio de Bustamante, acompañado de Magda Guzmán y Leonor Llausas, en la Sala Chopin, el 25 de marzo de 1960.
El 11 de abril de 1964 la Compañía Teatro Clásico de México de Álvaro Custodio, dirigiendo a Eugenia Ríos y Enrique Rocha entre otros, en La tragedia de Hamlet en Acolman de Nezahualcóyotl, en espacios teatrales del Ex convento de San Agustín de Acolman.
Armando de Maria y Campos, publicó en Novedades: “Frente a la portada de la iglesia del convento de Acolman, de la casa agregada a éste en sus corredores y azoteas, un afán de originalidad movió a algunos amantes del teatro a representar la tragedia de Hamlet que el genio de Shakespeare convirtió en pieza inmortal sacándola de la Historia Dánica escrita en el siglo XII por Saxo Grammáticus, en cuya tercera parte figura la historia de Hamlet… Noble esfuerzo de Eugenia Ríos y de Enrique Rocha para que su voz llegara a todos”.
Por supuesto que Hamlet no podía faltar en la UNAM, y el 4 de febrero de 1977 se presenta en el Teatro de la Universidad, dirigido por Tomás Ceballos, con Miguel Flores protagonizando.
El 14 de noviembre de 1984 se estrena en el Teatro Julio Prieto un Hamlet en versión musical, adaptado por Tina French, dirigido por Salvador Garcini, con Jaime Garza, Tina French, Ernesto Yáñez, Alma Delfina, y la voz del padre, en la de Adalberto Parra.
La música fue del Grupo Kerigma y la coreografía de Félix Greco
Malkah Rabell, en su columna “Se alza el telón”, escribió: “Y Hamlet bailó el rock”. Transformar una obra clásica, una tragedia en un espectáculo musical, puede ser admisible, siempre que se conserve la medida, el buen gusto y el sentido común, siempre que se le de una gran calidad tanto musical como dramática. Más, ¿a qué sentido común se le pudo ocurrir bajar el último telón de una tragedia como Hamlet, la mejor obra de Shakespeare, con una canción tan cursi como ese "Buenas noches mi dulce príncipe". Esta absurda canción de cuna con ritmo rocanrolero mata en la mayoría de los espectadores el entusiasmo y el agrado que otros elementos podrían despertar. Por lo menos me sucedió a mí.
Lástima, que esta maestría que habíamos esperado de Salvador Garcini no respondiera a nuestra expectativa.
En julio de 1989, en el marco de Gran Festival de la Ciudad de México, se presenta el suceso teatral que conmovió al mundo, el montaje polaco de Hamlet, dirigido por el gran cineasta Andrzej Wajda. Con la actriz polaca Teresa Budzisz-Krzyzanowska. El espectáculo, muestra, según la actriz, un Hamlet sin sexo.
Cuando en numerosas ocasiones se le preguntó al director polaco por qué utilizaba para protagonizar su 4a versión de Hamlet, de Shakespeare, a una actriz, siempre contestó: "Porque Teresa Budzisz-Krzyzanowska es el mejor actor de Polonia".
"Me ha sido muy difícil conseguir que el Hamlet que presentamos no tenga sexo, y escenas como las que el protagonista mantiene con Ofelia o con Horacio me parecían una auténtica trampa en la que me daba mucho miedo caer". Comentaba Budzisz-Krzyzanowska.
Como era habitual en Wajda, este montaje también se presentó en un espacio opresivo y casi laberíntico en la zona de camerinos del Teatro Julio Castillo.
El Hamlet IV (ese fue su título, debido a que era la cuarta vez que Wajda montaba esta obra) llegó de la mano de una de las compañías más prestigiadas y antiguas de Polonia: el Stary Teatr de Cracovia, y que abrió el Primer Gran Festival Ciudad de México.
Seguramente influenciada por el Hamlet sin sexo de Wajda, Rosenda Monteros impulsa una producción en donde ella, además de interpretar a Hamlet, adaptó el texto y produjo la puesta en escena, acompañada por Claudio Obregón, Adriana Roel, Armando Palomo, Margarita Isabel, Roberto Ballesteros.
Rafael Solana, en su columna Teatro, del semanario Siempre!, publicó el 24 de enero de 1990. “… nunca Rosenda Monteros se había mostrado tan ambiciosa, ni tan conquistadora de un triunfo impresionante, como ahora. Se le metió en la cabeza imitar a Sarah Bernhardt (¡nada menos!) que fue la primera gran actriz que ideó interpretar el papel titular, que es masculino en la obra teatral mayor de todos los tiempos: Hamlet, de William Shakespeare; pero no se limitó su ambición a hacer el papel, sino llevó su ensueño a mucho más: a ofrecer de esa reina de todas las obras teatrales una versión moderna, aligerada y sumamente teatral de una pieza que el público culto tiene, más que conocida, memorizada, y que aun a los más iletrados ha trascendido, en películas, en la ópera y hasta en una comedia musical, que no hizo fortuna. Comenzó Rosenda por prescindir de las traducciones más difundidas, desde la clásica de don Leandro Fernández de Moratín hasta la de Luis Astrana Marín, que es la más manida; encargó una nueva, en verso, casi siempre en bien acentuados y muy musicales endecasílabos blancos, a Joaquín Gutiérrez y, segundo paso audaz y revolucionario: no buscó un gran director, un Pepe Solé, un Xavier Rojas, un José Luis Ibáñez o un Montoro, sino ... ¡seis! Cuando esta noticia se supo nadie pudo imaginar cómo iba a funcionar este sexvirato. Ya frente a la obra realizada, nos explicamos esta sextuplicidad: cada director tuvo su terreno propio: sin duda Guillermina Bravo les puso los movimientos ritmados, abaletados, en una especie de coreografía dramática y no dancística; quizá Margit Frenk se ocupó de hacerles decir con infalible corrección los versos y de vigilar el religioso respeto al texto; tal vez Marta Luna los entonó, les marcó los énfasis y el diapasón de los bocadillos, y los desplazó sobre la tarima, siempre al compás que Guillermina aconsejara; y muy probablemente Kleomenes Stamatiades se ocupó de diseñar y hacer ejecutar el vestuario de la decoración que es muy escueta y única para toda la obra, y de iluminarla, con sabiduría. Con este título de directores suplen estos expertos y hacen superflua la mención de coreógrafa, de escenógrafo; tal vez Óscar Pérez Soto y Antonio Russek, los directores que completan la media docena, se encargaron de la musicalización, de los efectos de la niebla... vaya usted a saber.
Tal vez como actuación no sea el de Rosenda Monteros el mejor Hamlet que hayamos visto en nuestra vida; Rosenda pulsa todas las intensidades de su voz: el forte en la grave escena con su madre; el piano, y aún el pianísimo, en sus reflexiones (lo que hace que alguna vez se le pierdan algunas palabras, en una sala tan vasta como la del Hidalgo).
El Hamlet de la Monteros es un espectáculo de calidad levantadísima, indudablemente el mejor que en los actuales momentos puede verse en la ciudad de México".
En marzo de 1997 Martín Acosta, el gran director, reflexionaba:
Pienso que hacemos teatro por optimismo, como una manera de conjurar los presagios, los signos. A la muerte, pues. Y si el signo es que Dinamarca se derrumba, que asistimos al fin de una nación, de una forma de vida, o de una forma de vida como la hemos concebido, como creímos que podríamos vivirla, es porque no queremos que Dinamarca se derrumbe. Pienso en Fortimbrás que no llega casualmente a tomar nuestro país. Escucho sus pasos cuando camino solo por las noches. A veces me da miedo y pienso entonces que Hamlet está más allá del miedo. Porque Hamlet no teme a la muerte; no es esa la cuestión (… the question). Finalmente tampoco quiere morir, es más, se aferra a la vida. No basta con saber que morirá pronto, (porque desde luego todos moriremos pronto y Hamlet es sólo nuestro espejo), es saber que el mundo está trastornado y que yo he nacido para volverlo a su sentido (…that ever I was born to set it right).
Ello, a propósito de su puesta en escena, cuyo texto adaptó Luis Mario Moncada, quienes conforman una de las duplas teatrales mas prolíficas y eficaces de la escena Mexicana, como lo demuestra su complicidad mas reciente, Junio en el 93, que narra los últimos meses de vida del gran actor Alejandro Reyes, que comenzó a ensayar aquel Hamlet y que no pudo estrenar.
Ese Hamlet, se escenificó en el pequeño escenario del teatro Granero, utilizando un lenguaje más cotidiano que lo habitual. Así lo decidieron Luis Mario Moncada y Martín Acosta, con la participación de Mario Oliver y Juan Carlos Vives como Rosencrantz y Guildenstern.
Aquel fue, aparentemente, el ultimo Hamlet del siglo XX, y el primero del XXI, fue responsabilidad de otro de los grandes de la segunda mitad del XX de la escena Mexicana. Juan José Gurrola.
En agosto de 2005 tradujo y montó la obra más celebrada que se ha escrito: Hamlet, papel estelar objetivo de casi todo actor, y aún de algunas actrices.
El polémico Gurrola le compartió al periodista Javier Aranda Luna en entrevista para La jornada, el miércoles 13 de junio de 2007
“… yo creo que Hamlet se sale de Shakespeare: Hamlet esta fuera de Shakespeare. Se sale de todas las obras que escribió, aunque de muchas maneras la presagien. Hamlet sólo puede compararse con Don Quijote, de Cervantes o con el Ulises de Joyce. Es una obra sui generis. Es como un huevo que cae encima de todas sus obras. Es como un prisma que se abre. La puedes ver como a la teoría cuántica, por muchos lados, y no tiene solución. Podrá decirse que es un fracaso total, pero filosóficamente nos enfrenta a una nueva lógica de hacer teatro fuera de él”.
''Es interesante saber que cuando la compañía de teatro del Globo se viene abajo, Shakespeare se tiene que enfrentar a la piratería de los actores y del mismo jefe de foro, quien vende su obra a unos editores. En esa soledad, Shakespeare se acerca a un editor para hacer un arreglo y le propone escribir el 'verdadero' Hamlet. Fuera del teatro del Globo escribe los 4 mil versos de Hamlet que se convirtieron en la contraparte de todas sus obras.
''Shakespeare estaba harto del ser humano; harto de los celos de Otelo, harto del chupón de Romeo y Julieta, harto del ansia del poder de Macbeth y hace una obra en la que todo se contradice. Hamlet es una contradicción de contradicciones. Es una obra muy importante”.
''Cuando la traduje, cada vez que me adentraba en un texto, me pareció uno de esos microscopios atómicos con los que a medida en que uno se adentra más en el asunto todo se abre y se abre y se abre más. Eso es lo que tienen las obras de Shakespeare en general y muy marcadamente Hamlet: un universo que no termina de abrirse. Por eso su profundidad tampoco termina. Ese es el genio de Hamlet, el genio de Shakespeare.''
''La traducción de Hamlet sirvió para que la juventud la pasara muy bien. Hamlet es un thriller, una obra policiaca que no destila poesía o filosofía sofocleana. Nos presenta gente real que era y es sangre con sangre, amor con amor, conjunción con conjunción como ahora somos los que estamos aquí”.
Al año siguiente, en Septiembre de 2006, Martín Acosta Vuelve a Hamlet.
"Yo creo que Shakespeare se conserva más que nada en las relaciones humanas que retrata, en los conflictos humanos, sociales y políticos que pueden ser muy bien reconocidos en sus obras".
Hamlet: Donde no puede haber justicia reina la venganza, se presentó en el 34 Festival Internacional Cervantino, un Hamlet latinoamericano, con un lenguaje muy alejado de la solemnidad, una relectura del clásico inglés, sin prejuicios.
"Existe un prejuicio muy fuerte. En cuanto alguien escucha 'Shakespeare' hay como una solemnidad en la actitud ante lo que vamos a ver, y es muy difícil vulnerarla", sostiene.
Pero si se encuentra el equilibrio adecuado, se puede seducir al público y convencerlo de que efectivamente lo que mira sobre el escenario es Shakespeare, sólo que con un lenguaje distinto”. Señala Acosta.
Esta versión, fue escrita por el australiano-irlandés Joe Broderick, quien radica en Colombia desde hace dos décadas. Éste es un Hamlet ambientado en la década de los 50.
Acosta, quien ve en el teatro shakespeareano un espejo nítido de cualquier sociedad, explica que no es necesario embellecer y vestir el idioma como si los espectadores fueran retrasados mentales o censurados.
Broderick, a decir de Acosta, es un amante del lenguaje, tanto del inglés como del español, y encontró en los diálogos de Hamlet... un punto intermedio de belleza aunando los conocimientos de ambos idiomas.
"Shakespeare le está hablando a un público llano, que puede entusiasmarse y entender la historia, y no a un público que va al teatro como si se tratara de algo social, con miedo a ser vulnerado o salir con los oídos heridos por ciertas palabras".
"Este Hamlet tiene una visión muy contemporánea. Queremos hacer una obra que no resulte ingenua, sino que esté en el contexto de nuestros países latinoamericanos. Lo realmente importante, es que el público se acerque a Shakespeare" concluye Acosta.
En el mismo tenor, dos Hamlets contemporáneos nos visitan por aquellos años:
El mexicano Esto no es Dinamarca, en donde Edgar Chías, toma el Hamlet de Shakespeare como pretexto para explorar temas que aquejan a nuestro país: corrupción, machismo, persecución, cinismo y distracción.
La puesta en escena tuvo por lo menos un par de temporadas, una de ellas, en la residencia de la compañía Ocho metros cúbicos, conformada por David Gaitán, David Jiménez, Antón Araiza, Raúl Villegas y Aldo González, en el Museo Universitario de El Chopo, en agosto de 2016.
En Esto no es Dinamarca, la dirección de David Jiménez reafirma su habilidad para organizar elementos escénicos en composiciones atractivas, y, a diferencia del estilo minimalista de la compañía, en Esto no es Dinamarca trabajaron con una enorme estructura móvil. La puesta fue un ejercicio valiente, no sólo porque se atrevió a retrabajar a partir del clásico de Shakespeare, sin ser Hamlet, que es inagotable, sino porque intentó lógicas escénicas que rara vez se ven en estas latitudes.
Importado de Venezuela, se presentó Hamlet en Caracas, coproducción de la Escuela Nacional de Arte Teatral (ENAT) y el Grupo Teatral Emergente de Caracas, se presentó para celebrar diez años del surgimiento del ensamble venezolano.
Escrita y dirigida por Jesús Delgado, la obra presentó la historia de Arturo, un estudiante de actuación que se prepara para interpretar el personaje Hamlet, obra de William Shakespeare en su montaje final de graduación, pero una semana antes del estreno constata que su universidad también forma parte de la revolución socialista que se lleva a cabo en su país. Esta situación lo hará esforzarse en redescubrir y entender mejor su contexto, su familia y su propia persona.
La vigencia del tema social y político tratado en la puesta en escena, así como la fuerza de la historia de Shakespeare que sirve de marco a la obra, cuestionan algunos aspectos de la naturaleza humana y sus contradicciones, lo efímero de la existencia y el deseo insoslayable de autoconocimiento.
Esta pieza, actuada por Sebastián Torres, Simona Chirinos y Eduardo Treviño, fue el trabajo de Jesús Delgado para obtener el título de Maestría en Dirección Escénica de la ENAT, con la cual recibió el Premio al Mérito Académico. La puesta en escena recibió buena acogida por la prensa, la crítica y el público durante sus temporadas en el Centro Nacional de las Artes, el Teatro El Milagro y el Benito Juárez.
En noviembre de 2015, el dramaturgo, director y cineasta Flavio González Mello volvió a Shakespeare, ya lo había hecho en La tempestad, por ejemplo, para presentar su versión de Hamlet, en el Foro Sor Juana, del Centro Cultural Universitario, con Pedro de Tavira Egurrola encabezando un elenco numeroso y modificado en cada una de sus dos temporadas.
Aquella versión de Hamlet fue contada desde el punto de vista de los dos enterradores que aparecen en la obra. Después de siglos de versiones, montajes, lecturas y relecturas de este clásico del teatro, González Mello puso al público frente una nueva versión, una ecléctica paráfrasis, que se caracteriza por un notable sentido del humor y de la ironía, pero, sobre todo, por un brillante uso del lenguaje (una tarea nada fácil tratándose de un texto escrito en el inglés del siglo XVII).
La escenografía exigía que el público se moviera de lugar y de perspectiva, a lo largo de los tres actos, 1o se ve la historia desde la superficie, desde afuera de la tumba, 2o el público va sumergiéndose en los inframundos de la historia, en capas inferiores que tocan el tono y la narrativa, 3o dentro de la tumba: el hoyo en la tierra en el que acabarán casi todos los personajes de la tragedia.
En abril de 2018 el Foro La Gruta del Centro Cultural Helénico, reabrió sus puertas con Hamlet, el ocaso de Elsinor, dirigida por Daniel Ruiseñor. La puesta en escena, asesorada en montaje por José Caballero, presentó una versión de Hamlet nunca montada en México
Otra actriz, Patricia Yáñez fue la encargada de interpretar al icónico Hamlet, mientras que Octavio Michel hizo a Claudio
La puesta en escena fue una adaptación contemporánea que realizó un paralelismo entre el clásico y la problemática actual.
Con aquel montaje, dio inicio el ciclo Ópera Prima, dirigido por Daniel Ruiseñor, joven egresado de la carrera de actuación y estudiante de dirección escénica.
“Todo actor desea interpretar a Hamlet, es de los personajes más icónicos de la historia del teatro. La oportunidad como mujer de interpretarlo y entenderlo desde nuestra realidad es extraordinaria. En esta puesta en escena exploramos y transgredimos los estereotipos. No soy la única actriz que le toca interpretar a un personaje que en origen era hombre. Es fascinante el poder re-entender a Shakespeare desde nuestro momento y desde nuestro género.” Afirmó en su momento la protagonista de la obra.
Por su parte, comentaba Daniel Ruiseñor: “Mi visión se centra en Elsinor, una mansión lujosa que ha sido heredada de generación en generación y ha sido descuidada al punto de estar por derrumbarse. Es un reflejo de la corrupción que permea toda la obra y que se expresa a través de los personajes. Mi montaje explora la herencia, el deber, el descuido y nuestra capacidad de contemplar aquel lugar inexplorado del que ningún viajero ha vuelto jamás”.
Esta puesta en escena surgió de una versión de 1603, nunca antes montada en México, cuya procedencia ha generado mucha controversia. Por un lado, es más corta y cercana históricamente a la vida de Shakespeare, por lo que se cree que esta versión es la que se vio en la época Isabelina; otros opinan, que es la transcripción de lo que los actores recordaban y que el autor nada tuvo que ver.
Al año siguiente, en agosto de 2019 Julieta Egurrola, sumándose a las actrices interpretando a Hamlet, heredó el papel de su hijo en una novedosa versión dirigida por José Caballero: La trágica historia de Hamlet, príncipe de Dinamarca, en el Teatro Julio Castillo del Centro Cultural del Bosque.
La particularidad de este montaje fue que se trataba de la versión más larga de Hamlet, nunca vista en México, y, hasta la fecha, sólo se ha escenificado la primera parte.
“La gracia de Hamlet consiste en entender, así como Segismundo, que toda la vida es sueño y sólo la conciencia sobrevive más allá de las palabras. En Hamlet, de alguna manera nos expresamos en él: en la lucha contra el poder, contra la corrupción y en sus hondas inquietudes filosóficas”, apunta Caballero.
Obra emblemática de William Shakespeare, Hamlet, un príncipe cuyo padre ha sido asesinado, sospecha que el homicida es el nuevo rey: su tío Claudio, hermano de su padre (igualito que en El rey León), quien se ha casado de manera apresurada con Gertrudis, madre del protagonista. El espectro del rey muerto se aparece ante Hamlet para confirmar sus sospechas y pedir venganza.
“Hamlet es una obra sobre el sentido de la existencia. Su trasfondo ético y moral hace que no sólo sea una de las obras más grandes del teatro universal, sino también un ensayo sobre la libertad individual frente a los poderes que rigen nuestro mundo. Por eso no pierde valor con el paso del tiempo, y en cada época enriquece su estructura con el acontecer del presente. Mi intención es traer nuevamente esta reflexión a nuestro contexto en el momento en el que nos empeñamos en acabar con la corrupción que tanto lastima a nuestra Sociedad”, señaló José Caballero.
Esta propuesta fue una versión contemporánea en todos los sentidos: la puesta en escena innovadora resaltaba el diseño de iluminación, con el propósito de dar una perspectiva de lo infinito, al tomar como referencia la estética del artista visual James Turrel; el vestuario conjugaba diseños del siglo XVI con fusiones del siglo XX y la actualidad; y la música jugó un papel preponderante al mezclar melodías instrumentales y motetes con rock.
El montaje contó con las actuaciones de Julita Egurrola, Óscar Narváez, Luisa Huertas, Zaide Silvia Gutiérrez, Angelina Peláez, Antonio Rojas, Octavia Popesku, Miguel Cooper, Érika de la Llave, Miguel Ángel López, Gastón Melo, María del Mar Nader, Laura Padilla, Amanda Schmelz y Pablo Ramírez músico en escena.
Hamlet es probablemente la obra más representada en la historia, pero pocos saben que existen tres versiones de esta tragedia escritas por el propio William Shakespeare.
Para Caballero, "Hamlet circula por nuestras calles con las apariencias más disímbolas. Hoy no es un príncipe danés. Puede ser cualquier habitante de cualquier paisaje, tratando de descifrar el largo camino hacia sí mismo. Hay algo de Hamlet en cualquiera de nosotros".
Hamlet se puede analizar desde la perspectiva de diversas áreas del arte y el conocimiento como el psicoanálisis, la historia, la mitología, la traducción literaria y el impacto que ha tenido la obra en la cultura universal.
Existen múltiples personajes que pueblan Hamlet: Claudio, Ofelia, Polonio o Laertes, son algunas de las presencias que existen en la tragedia existencialista. Recientemente hubo otra relectura a partir del original shakespeareano. Gertrude, en donde la madre de Hamlet asume el protagónico de la obra. En esta ocasión, el público tuvo la oportunidad de acercarse a la fragilidad de un complejo personaje, a su hermosa naturaleza humana, a su femineidad enferma.
Gertrude, mujer de Estado, soberana, estratega, política… también mujer imperfecta, apasionada, adicta.
Reina de Dinamarca, madre, viuda, casada con el hermano de su esposo y acusada de traición por su hijo, Gertrude es una mujer que sube al escenario para confesarse, para tomar la palabra y hablar de sus actos y motivaciones.
Con dramaturgia y dirección de Marisa Gómez, la puesta en escena contó con las actuaciones de Itzia Zerón y Apolinar Salgado, quienes mostraron una mirada a la mujer detrás de la monarca.
Marisa Gómez considera: “Sumergirnos en el mundo hamletiano y darle voz a la mujer que ostenta el poder parecía una tarea impostergable. Reflexionar con ella acerca de los roles impuestos, como el de ser esposa y madre, y descubrir si ella es cómplice, víctima o victimaria de su actual esposo, nos sumerge en un laberinto de emociones y pensamientos confusos, en los que todos somos ‘enfermos’ y podemos compartir con ella el dolor y la pasión; más allá de los títulos, el poder o la riqueza.
Somos espejo de esta mujer que busca explicaciones en un mundo que ella pensó gobernar y que la ha abatido. ¿Somos juguetes del destino? o ¿acaso construimos nuestra propia existencia?”.
La mas reciente versión de Hamlet, también es adaptada y dirigida por una mujer: Angélica Rogel e interpretada por otra: Irene Azuela.
En esta versión, Hamlet, el drama universal se vuelve contemporáneo con un tema familiar conocido, una venganza, una tragedia doméstica, una adaptación que no intenta dejar de lado al original, solo re-dirige las letras ya vertidas por el dramaturgo, para construir otra Hamlet, en un ambiente con diseño de escenografía abstracta, el diseño de vestuario con una línea contemporánea y la música, compuesta por Hans Warner crea atmósferas de tensión y locura, al jugar con bits electrónicos.
Luego de su muy exitosa temporada en el teatro Milán, esta Hamlet se presenta en una función especial el jueves 28 de julio en el magno Teatro de la Ciudad Esperanza Iris con un elenco impresionante, conformado por Irene Azuela como Hamlet, Mauricio Garcia Lozano, Emma Dib, David Gaitán, Naian González, Assira Abbate, Miguel Santa Rita, Alfonso Borbolla, Alejandro Morales y Tamara Vallarta.
Hamlet, la obra más conocida de William Shakespeare, aborda temas como la venganza, la locura, la muerte y la lealtad. Gira en torno a la aflicción que tiene Hamlet después del asesinato de su padre y las consecuencias de esto. En esta propuesta, Hamlet no es un asunto de estado, es una tragedia doméstica. Desde su origen, lo que permea el ambiente, es el tema del dolor familiar, de la traición y la orfandad.
¿Qué pasa si esta tragedia inglesa se reinventa como una tragedia familiar? ¿Qué pasa si esta familia antes burguesa, que ha ido perdiendo su estatus, se ve envuelta en un tema de asesinato? ¿Qué pasa si la hija, quien pareciera no tener nada que ver, descubre el asesinato y empieza a tejer una venganza? Ese es el planteamiento de esta versión contemporánea dirigida por Angelica Rogel y producida por Oscar Uriel.
El teatro es de todos. ¡Asista!
Muy recomendable.
Hamlet. De: William Shakespeare.
Dirección: Angélica Rogel.
Actuación: Irene Azuela, Mauricio Garcia Lozano, Emma Dib, David Gaitán, Naian González, Assira Abbate, Miguel Santa Rita, Alfonso Borbolla, Alejandro Morales y Tamara Vallarta.
Función especial el jueves 28 de julio a las 20:30 horas, en el Teatro de la Ciudad Esperanza Iris (Donceles 36, col. Centro Histórico, cerca del Metro Allende).
Con las disposiciones del semáforo epidemiológico vigente: uso permanente de cubrebocas, gel antibacterial y registro de código QR por parte tanto del personal del teatro como de los espectadores.
Admisión: $650, Luneta y Primer Piso Central; $550, Primer Piso Lateral; 350, Anfiteatro, y $250, Galería.
Los boletos se pueden adquirir en la taquilla del teatro y en las plataformas digitales de Ticketmaster.
Comments