Desde el inicio de su carrera, Alexia Bürger ha llevado a cabo las tareas de actriz, dramaturga y directora. También ha trabajado en varios proyectos que mezclan material ficticio con documental, el arte visual y la búsqueda sonora. Estimulada por los encuentros interdisciplinarios y atraída por la colaboración artística, ha escrito varios textos en conjunto con otros grandes nombres de la escena teatral quebequense, como Chante avec moi y Polyglote con Olivier Choinière, el deambulatorio teatral Je ne m’appartiens plus con Sophie Cadieux, la obra Lysis con Fanny Britt o Alfred con Emmanuel Schwartz. Fue justamente con este proyecto que hizo contacto con el gran traductor mexicano Humberto Pérez Mortera y es el mismo quien lo comenta...
Es su primera obra en solitario, pero ya había escrito con Emmanuel Schwartz la obra Alfredo, que yo traduje hace casi 10 años y que Hugo Arrevillaga montó en la Capilla.
Luego seguimos en contacto y hace cuatro años, cuando había escrito Los Hardings y ella misma había montado en Quebec, me contactó para ver si me interesaba traducirla. A mí me encantó la obra, y por supuesto que la traduje.
Luego la publicamos en nuestra editorial (Editorial de la Casa) que fundé con Nadxeli, mi esposa. Y después organizamos una lectura dramatizada donde invitamos a Antón Araiza a ser parte del reparto. A él le encantó la obra, e hizo suyo el proyecto de montaje con Misha Arias. Buscaron a Sandra Félix, a Gilberto. Encontraron el teatro y aquí esta la obra.
Y pum, cuando ya tenían fecha, Alexia nos confirmó que quería venir a México, se pagó su viaje y llegó el viernes 6 de diciembre.
Así se gesta este maravilloso proyecto, y, por supuesto que también platicamos con el principal artífice del mismo: Antón Araiza, dramaturgo, actor, director, gestor.
Antón Araiza. En resumidas cuentas así fue la historia. Sí, le dije, a Humberto, tal cual, este texto me encanta. Me encanta la manera en la que él traduce, pues he tenido la fortuna, ya no tengo tanta claridad entre cuáles ha traducido él, y no, pero Clausura del amor, por supuesto, ya no sé cuál de Wajdi Mouwad tradujo Humberto, supongo que Incendios porque algunas también tuvo que ver Boris (Schoemann).
Y esta, pues igual, la leí y me encanta esa parte del traductor de obras de teatro, que no solo es traducir la palabra sino encontrarle el sentido a lo que se está diciendo en francés y conocerlo tan bien que puedas ponerlo en palabras de México, para actores y actrices de México, porque no solo la traduce al español, porque es otro lenguaje y creo que algún traductor si la tradujera al español, tal cual, no funcionaría, esto es algo que tiene Humberto. La leí, me encantó, le dije: Oye, son tres actores, esto está como que muy “fácil”. Pero yo, desde mi trinchera y en mi modelo de producción que siempre es con lo que puedo, dije, ¿quién va a querer?. Y ahí se quedó en el Ojalá algún día la hagamos, y en alguna reunión con Misha, que teníamos ganas de trabajar juntos, él me dice, Oye, algo de tres actores. Inmediatamente me llevó a Los Hardings, y dije mira, hace como un año, un poquito menos, leí una obra con Humberto, bla, bla, bla, bla, bla, se la di, le gustó y le dije pues hay que buscar a la directora, él también coincidió que necesitábamos una mujer.
¿Por qué?
Pues no sé, creíamos que había que conseguir ese vínculo que no existía entre Alexia y nosotros, o sea, que había sido una mujer quien la escribió, quién la dirigió en Canadá, y creo que había una cierta vibración, que no nos equivocamos, porque Alexia ve la función del sábado 7 y nos dice, ahí, en un preguntas y respuestas que hubo después de la función, dice: ¡Me gustó más!. Hay una sensibilidad que ella no pudo ver, porque a veces nos pasa que la escribimos pensando en cómo lo vamos a dirigir y ya no entra otro punto de vista, y acá pues es soltarla y ver cómo se reinterpreta, cómo se toman decisiones escénicas que ella no tomó, o que no pensó, o que no se arriesgó. Nosotros, obviamente, desconocemos su montaje, porque lo único que tenemos son algunas fotografías en internet del vestuario, de la iluminación, algunas notas, pero es difícil el vender el 100% de una postura de la directora, o de un punto de vista estético. Alexia mencionó que ella montó más desde y para el sistema, el sistema en el que vivimos, y nosotros nos ocupamos más en la relación de los personajes, y el sistema se entendía perfectamente sin poner tanto hincapié en las consecuencias del sistema en el que vivimos.
Y bueno encontramos a Sandra Félix a quien yo tenía muchísimas ganas de conocer y además de trabajar con ella, vi Encuentro de claridades hace muchos años, y dije ¡Wow!, luego ví Rose, y dije ¡Wow!, y pues son de las directoras que un día ya no van a estar y ya no las conociste, y hay pocas directoras también de esas, de las de antes. Para ella fue mucho aprendizaje también, no había dirigido a tres frentes, nunca había dirigido nada para El Granero, entonces ella también corrió sus propios riesgos en cuanto a propuesta, y fue una creación, si no colectiva, de mucha apertura de su parte para proponerle nosotros, que estamos más acostumbrados a ciertas estéticas de hoy, que yo les digo que somos más cínicos, no tan preocupados por la espalda, y que si el perfil, y que si esto y que si lo otro, antes era como una composición más visual, acá había que favorecer los tres frentes, y por supuesto que en Misha, en Gilberto y en mí estaban las influencias anteriores en cuanto a saber hasta dónde avanzas, formar una línea, caminar en escuadra, o sea, al final, nos permea, o a mí siempre me ha permeado muchísimo el trabajo con Alberto Villarreal, muchísimo el trabajo con David Jiménez, son mi columna vertebral, definitivamente, y de ahí con Hugo Arrevillaga, con Boris. Creo que en mi caso siempre ha llegado un montaje después de otro, por una razón, no habría podido llegar a un montaje sin la experiencia anterior, me imagino que así les pasa a todos, pero yo soy muy puntual en eso, lo observa mucho, lo percibo, y cuando me toca hacer algo digo, ¿por qué hasta ahora?, y siempre me lleva al mismo lugar, porque hiciste lo anterior, si no, bajo estas circunstancias, no lo podrías haber realizado.
Y la sorpresa fue que todo el montaje, Salvador, se dio de una manera increíble porque hablamos con Alexia, nos dio los derechos de la obra; hablamos con Sandra, se subió al barco; en nada ya estaba compuesto el equipo con Indira Aragón, que hizo el vestuario y Antonio Saucedo la escenografía, Roberto Paredes la iluminación, cada uno con sus asistentes se subieron al barco.
Es un montaje completamente independiente, nadie ha cobrado un peso, y yo lo que pensaba, es que pertenezco a esa generación en la que te graduabas y no estabas pensando si tenías, o no, un representante, si tenías o no el sueldo de súper estrella, si te iban a pagar los ensayos, no sé si esté bien o esté mal, pero creo que todas las carreras, los contadores, los doctores, los arquitectos tienen unas ciertas horas de entrenamiento y son pasantes y están buscando de qué manera poner su propio despacho, su propio consultorio, y no sé por qué tendría que ser diferente en el caso de la actuación, también necesitas esas horas de entrenamiento. A lo mejor ya me pase de lanza, llevo 20 años acá, pero es que si no, no se hace. Si me quedo esperando a que me hablen por teléfono, si me quedo esperando a conseguir dinero para pagarle a un broker para poder conseguir una empresa para que luego me diga que ponga a alguien que no tiene nada que ver con la obra, no haría absolutamente nada. Y entonces así se los expusimos Misha y yo, que somos los que levantamos el proyecto, así lo aceptaron, pues con la sorpresa de que entramos al Centro Cultural del Bosque, y entonces pensar en una obra que hace un año y piquito mentalizaste y de pronto te dan los derechos, y ya tienes directora, y ya llegó al otro compañero y estas en el Centro Cultural del Bosque, que, pues algunos dicen, ¡Ay, pero pues ahí paga uno por hacer teatro!, y otros dicen, ¡Uy, pero la convocatoria!, ¡Uy, pero…!. Pues esa es nuestra realidad, entonces ¿qué hacemos?, no tengo $12,000 para pagarle a un teatro, ni somos los actores que generamos esa taquilla, luego me dicen, Es que la difusión. Mira he pagado, no he pagado, y al final al teatro va la gente que quiere, la gente que le llega la recomendación, no sé cuánta gente llegue al teatro a verme a mí para dos vallas que me alcancen, para un camión con mi cara, o para un espectacular, dudo que llegue público.
Tengo 10,900 seguidores en Instagram, y uno solo me pidió un boleto de $45, una sola persona de 10,900, entonces a lo que siempre le he apostado es a estar ahí, en la escena, en este caso con Hardings, que el público que conoce mi trabajo, y el de Gilberto, y el de Misha, y el de Sandra y el de los creativos, se acerque a ver la historia, y nos divertimos muchísimo, apostamos a la sencillez, al minimalismo, en conjunto llegamos a esa idea, Antonio Saucedo la llevó a cabo, estas dos líneas que parece que no significan nada, y van tomando algo dentro de nuestro universo, para nosotros son indispensables, luego se transforman en una especie de…, porque con esto de que hay tres frentes en El Granero, pues depende de dónde te sientas es el montaje que ves, de pronto ves unas líneas con punto de fuga, pero si te sientas de un lado es otra cosa, y al rato ves unas gráficas y ves un electrocardiograma, y nos van acompañando .y al final pues se acaban yendo con nosotros esos elementos.
En Canadá, por ejemplo, Alexia proyectaba la cara de los personajes con un proyector, y la cara de los personajes, al menos la de Thomas Harding conductor, era la real, no sé si las otras, y acá decidimos que fueran unos papeles con unas fotos y que fuera lo más lúdico, espontáneo, juguetón, fresco quizá, y que el público iba a entender la explicación de la fórmula del uno más uno, lo de las rebanadas del queso suizo, que en el texto se marca que hay que hacerlo con un pizarrón, y pues no, nos fuimos a lo inmediato, a lo que le diera ritmo a la obra, que no se detuviera, que no importara que fuera, o no, una ponencia del asegurador, y creo que el público entra.
Es una historia, creo que eso, que haya sucedió en Canadá también la hace interesante y nos crea una cierta distancia, ¿es ficción?, ¿habrá ocurrido, no habrá ocurrido?, y eso está padrísimo, también que salgas del teatro y digas: A ver, Megantic, ¿qué pasó en Megantic?, y que te vayas enterando de esa tragedia como las hemos tenido nosotros, creo que es interesante a partir de ese cuento, que desgraciadamente ocurrió.
En Los Hardings, un conductor de trenes, un profesor investigador neozelandés y un agente de seguros estadounidense comparten el mismo nombre (Thomas Harding) y aparentemente no tienen nada en común. Hasta el 6 de julio de 2013 cuando un tren se descarrila y hace arder una ciudad. Entonces aparecen frente a nosotro/as todos los rieles invisibles que unen dichas existencias.
Inspirado por material documental de historias reales, Alexia Bürger se interroga sobre el conformismo y la responsabilidad de los individuos frente al mal funcionamiento del mundo.
Thomas Harding (conductor de trenes): Yo creo que no es justo decir que yo provoqué la tragedia. Yo creo que es más justo decir que yo habría podido evitarla.
Thomas Harding (agente de seguros): Pues debiste haberme llamado. Yo te habría hecho el cálculo. Te habría dado el valor estimado de tu existencia.
Thomas Harding (profesor investigador): ¿Acaso creen que otro padre habría hecho lo mismo en mi lugar?
A mí me parece ejemplar la puesta en escena a partir la sencillez, bueno, lo decía Peter Brook, la espectacularidad de la sencillez, que es clarísima en Los Hardings, como se puede hacer un teatro espectacular a cámara negra, con una excelente iluminación, tres grandes actores, una directora de primera línea, y a cámara negra puedes hacer verdaderamente, un espectáculo, espectacular.
Sí, además creo que no descartamos, o no ignoramos que tenemos estilos diferentes los tres, se ve, creo que también se justifica, o tiene que ver, en el sentido de que somos tres personajes que estamos en diferentes espacios, pertenecemos a diferentes países, reunidos en un lugar en común, y además no somos ellos. Simplemente llegamos a contar esa historia a partir de quiénes somos, pero somos tres entidades físicas distintas, como lo dice el texto, y creo que está padre que haya esa variedad, Misha con esa fisicalidad, Gilberto con esa manera decir las cosas y de habitar su ficción, y yo con la mía.
En fin, creo que le atinamos. Es padrísimo cuando estrenas una obra y se enfrenta al público y empiezas a leer, obviamente nos importa muchísimo, a mí al menos, no sé si alguna vez ha escrito sobre algo que yo haya hecho, Bruno Bert alguna vez que escribió sobre Clausura.. y creo que no le gustó para nada, sobre todo mi actuación en ese momento, entonces que tantos años después, 10 años después, escriba y recomiende la obra con sus puntos de vista, por ejemplo, y vas escuchando diferentes opiniones, la tuya, que, ¿qué no has visto?, ¿en donde no nos has visto?, y no nos engañamos. Ha habido dos funciones, una con un chavo de 12 años y que ese chavo al final hable y diga, Oigan, yo tengo 12 años y lo único que quiero decir es que me encantó la obra, y le entendí. Dices, okay. No es para todos definitivamente, pero va llegando, la historia se cuenta, te vas a tu casa relacionándola con nuestro presente y el pasado cercano, y él no tan cercano también, y ese miedo que tienes y dices, ¡Tengo mucho texto!, ¿la irán a entender?, ¿Qué irán a pensar de las dos rayitas en el piso?, ¿nos irá bien, nos irá mal?. Creo que, para una temporada en El Granero, ha sido bastante buena, por supuesto pensamos moverla a todas las convocatorias y los espacios que nos permitan estar ahí. Ojalá que El Milagro sea una opción, ojalá que La Capilla sea otra opción, ojalá que nuestras agendas puedan acomodarse también. Es una obra “fácil” de montar en el sentido escenográfico, en el sentido actoral, en el sentido técnico, un poco la luz es lo laborioso y lo complicado de la obra, pero nos vamos a adaptar a cada espacio.
El teatro siendo un arte vivo, así tiene que ser.
Claro, y además es una historia que, como les decía, si nos invitan a Huamantla, donde me presenté recientemente, que hay muy pocas luces, la historia termina contándose y la podemos contar en el sótano, con una sola luz, y la historia se cuenta absolutamente, ¿Por qué?, porque no importa la parafernalia, importa que nosotros estemos contando ese cuento, y en eso nos ayuda muchísimo Humberto.
Son tres historias que se entrelazan, tres personajes que tienen el mismo nombre, viven en dos continentes, tres países distintos. Dos de las historias son conmovedoras, devastadoras. ¿Por qué elegiste, o no la elegiste tú, la menos “atractiva”?
En un principio Humberto me llamó y el conductor era yo, y Alexia se imagino que yo era el conductor, y cuando la empezamos a leer, Misha empezó a leer al investigador, al que hace, yo leí al conductor, pero cuando nos juntamos con Sandra, ella me escuchó del asegurador y me dijo que tenía yo algo como, otra vez, muy desenfadado, muy cínico en la manera de decir ese personaje, y que me sentía muy a gusto en esa exploración, y yo le dije que sí, que me gustaría probar algo diferente para mí, porque la parte dramática, la parte de lo que había que trabajar para llenar al conductor, siento que lo tenía yo, lo tengo, mucho en mi imaginación, puedo hacer uso de muchos momentos e imágenes de lo que he hecho para poblar a ese conductor, y lo mismo la pérdida de la hija del investigador, entonces sentía que eran caminos fáciles para mí, en el término de la creación, sentía que no me iba a retar y yo quería encontrarle a este personaje su humor, su comicidad, que casi nunca exploró ni nunca voy a esos lugares porque no me llaman para esos lugares precisamente.
Si me hubieran hablado para hacer Los Hardings, seguramente me hubieran dado el conductor, no hubieran pensado en mí para hacer al asegurador, y acá era mi oportunidad de decir no quiero ser el del peso, no quiero ser el que cuenta la historia, me quiero ir de aquí a otro lugar más oportunista, más envidioso, más inseguro, más personal, porque creo que el conflicto del asegurador es con él, la pérdida del asegurador es con él, con darse cuenta de todos esos muertos hechos ceniza que lleva dentro de sus zapatos, y darse cuenta de eso, primero en el Ji ji ji, y cuando le narra al conductor cómo haría que rechazaran su indemnización, se da cuenta de la clase de persona que piensan que es, y él también sabe que está ocasionando muchísimo daño a familias completas, ahí tiene 47 nombres y el lleva mucho más ahí adentro en sus zapatos, y entonces está muy padre el momentito que le da Alexia al personaje, para conocerlo, y que no es ni tan padre, ni tan musculoso, ni tan resuelto, mucho bla bla bla y poco blu blu blu, como dice Jiménez, trae un infierno, y ese propio infierno es lo que lo hace ser tan metódico, tan cuadrado, tan frío. Está solo, entonces me gusta mucho, eso lo descubrimos hace poco, ya en temporada, que, les digo, ¿se dan cuenta los niveles de relación, de responsabilidad, de negligencia que tiene la obra?, el plantear a este conductor que está en relación a todo un pueblo, a nivel empresarial; luego como plantea al padre con la hija, y eso nos lleva a algo mucho más interpersonal, familiar, más en corto, sin tener esta persona moral con personas físicas, aquí son individuos, se va a esa segunda historia. Y en el agente de seguros es a un nivel personal, contigo mismo, esa negligencia, esas fallas o esos agujeros en el queso suizo, son también con uno, a partir de tus propias decisiones para contigo, ¿a qué hora me levanto?, ¿qué desayuno?, ¿cuáles son mis hábitos?, ¿hago ejercicio, o no?, en fin, como ataca eso al individuo, pero al propio, al mismo individuo, y eso me gusta muchísimo. Creo que es algo que el público, no sé si alcancé a desmenuzar cuando sale de ahí, a nosotros nos costó entender la existencia del agente de seguros en la historia, porque las pérdidas de los demás son tan obvias, tan claras, tan dichas ahí, él se lo calla, lo dice el médico cuando lo está auscultando, entonces usted se siente cómodo en sus zapatos, está rodeado de amigos, se siente en consonancia con el universo, y es justo lo que no tiene.
Después de hacer Bosques, Bajo la mirada de las moscas y Clausura del amor, sentía que tenía más acceso a esos universos que a esté, de distancia, de frialdad, de humor, que pocas veces me toca explorar, creo que no habría sido yo el perfil de la obra si alguien mas la hubiera hecho.
Con David Jiménez si has hecho estas exploraciones.
Claro porque éramos más como de la chorcha, de los amigos claro y con David, si a el le ponen la acotación de: el conductor tiene que ser un señor gordito con barba y carita de bonachón, agarra al chaparrito, albino, con cara de súper gruñón, es un poco la peculiaridad de David, David si me hubiera escogido a mí, para que veas.
A ti y a Misha los conozco desde hace mucho tiempo, desde hace muchas obras, a Gilberto no, ¿cómo se incorpora al proyecto?.
Trabaja mucho con Sandra, es lo que yo supe, que trabajaba mucho con él y algunos me han dicho, Ay el actor de Sandra. La verdad yo nunca lo había visto, no lo recordaba, el otro día me mencionó un montaje en el que estuvo y sí lo vi, pero hace muchos años, ya no me acordaba. Pero bueno, no lo tenía ni en mi radar, ni cerca, y creo que también está padre eso, estuvo padre conocer a alguien nuevo, convivir, crear juntos.
Formaron un súper equipo, partiendo de un texto poderoso, una traducción espléndida, estoy totalmente de acuerdo contigo, porque puede uno escuchar perfectas traducciones literales, y no se entiende nada, necesito que me hagan una traducción de la traducción. En muchas obras uno se cuestiona: ¿En dónde habrán traducido esto?, y resulta que las habían hecho en México y en México ¡no hablamos así!, y Humberto si tiene eso.
Sí, hablan los personajes, desde la voz, desde las palabras están definidos, no sientes que digas, Siento que estoy escuchando al mismo personaje hablando.
No, tienen una personalidad muy definida, y pocos traductores hay así en México, por ejemplo, Julissa en sus musicales se habla como hablamos en México, como cantan en Vaselina o Jesucristo, así hablamos en México y asi expresamos esto, a lo mejor no está traducido literalmente, pero si lo traduce literal, entonces ya no corresponde al modo mexicano. Ellos traducen no al español, sino al mexicano, y Los Hardings está perfectamente traducida al mexicano.
Al mexicano teatral, además.
Y con tres súper actores. Lástima que ahora las obras sean tan breves, pero esta obra tiene mucha vida, y seguramente ustedes van a empezar ahorita su vía crucis para toda la tramitología, pero como tu bien dices, ya te lo sabes, estamos en México, así son las cosas, para que nos hacemos, no es Broadway, no es el West End, no estamos en Argentina, estamos en México y así se trabaja en México.
Así es, para qué nos hacemos.
Y padrísimo estuvo esto, hay obras que montas y después de tres o cuatro temporadas vas teniendo material para poderlo mover, y hoy tenemos material, tenemos un video increíble que grabamos un jueves lleno de público, tenemos notas de prensa padres, tenemos fotos padres, entonces creo que es muy buen punto de partida lo que nos da el habernos presentado en El Granero, para empezar a atiborrar a las convocatorias el próximo año, al Sistema, y presentarlo para el Helénico, y presentarlo en la Muestra, en fin, todo lo que se pueda, en La Capilla, te digo, en El Milagro, creo que por lo menos el próximo año estaremos dando lata con Hardings un buen rato.
Que bueno, porque la obra se lo merece, tiene estrellita cada miembro del equipo.
La verdad es que si, y es un proyecto con estrella, justo con estrella, que se haya dado así de fácil, la verdad es que pocos proyectos corren así, sin problemas, se montó muy rápido…
…otro punto a su favor es que a la autora le haya interesado conocer Los Hardings mexicanos y ella pago su boleto y toda su estancia, no tuvo apoyo de instancias ni mexicanas ni canadienses y se fue super contenta con la puesta en escena mexicana de su obra.
Se fue feliz. Que padre ver tu obra en otro país, como dijo, es algo que uno escribe y te dicen, ¡Un día!, y entonces ella entiende el por que Humberto, y por que yo, y como fue toda esa cadena, que no esperó mucho, fue muy, muy rápido verdaderamente que esto llegara a escena. Hace dos años que Humberto la terminó de traducir, hace año y mesesitos la leí yo, y empezamos a trabajar ya en el proyecto, porque adaptamos, muchas cosas fuimos leyendolas y fuimos acomodando. La verdad es que no se le corto casi nada a la obra, pero ibamos acomodando cosas, puntualizando para que el publico tuviera mas claro las fechas o los horarios, si era de tarde o de noche, y eso fue un trabajo que hicimos Misha y yo primeramente y luego con Sandra, de muchas sesiones, a partir de enero, de este año, entonces fue muy rápido que empezamos a trabajar con la obra que yo leí, muy, muy rápido, y resultó.
Empezaron el año trabajando en la adaptación y acabaron el año con cierre de temporada.
Inspirada en material documental de historias reales, la autora Alexia Bürger se cuestiona acerca del conformismo y la responsabilidad de los individuos frente al mal funcionamiento del mundo. Todo empezó cuando apareció en la televisión, entre las imágenes de los escombros, el rostro de un conductor de tren que acababa de incendiarse en el municipio de Mégantic, en Canadá. Ese rostro se aferró a su memoria y, con ese recuerdo, un sentimiento extraño de ser, en parte, responsable también de la serie de acontecimientos que habían ocasionado esa tragedia colectiva.
Al respecto, la dramaturga Alexia Bürger ha compartido: Los Hardings, más allá de intentar conmovernos ante los hechos o establecer una relación emotiva con los personajes, nos invita a abandonar nuestro cómodo lugar de alineamiento ante lo que podría ser un acontecimiento distante y, en su lugar, cuestionarnos sobre la responsabilidad colectiva ante los hechos que han sucedido, suceden en el ahora y, desafortunadamente, continuarán sucediendo.
“Resulta entonces en una convocatoria a la conversación social; un texto políticamente comprometido desde lo íntimo, desde las aficiones y los miedos, pero también desde los afectos. No da una respuesta cerrada o única al dilema sino, más bien, aspira a crear una toma de conciencia individual en cuyo centro esté la colectividad y el bien común. Todos los días tomamos decisiones que reflejan el valor que damos a nuestra vida”, finaliza la autora.
El teatro es de todos. ¡Asista!
Absolutamente recomendable. Imprescindible.
Los Hardings. De: Alexia Bürger.
Traducción: Humberto Pérez Mortera.
Dirección: Sandra Félix.
Actuación: Misha Arias de la Cantolla, Gilberto Dávalos y Antón Araiza.
Diseño de escenografía Antonio Saucedo.
Diseño de iluminación: Roberto Paredes.
Diseño de vestuario: Indira Aragón.
Diseño sonoro y composición musical: Sebastián Urquieta.
Concepto gráfico: Sergio Ruiz.
Teatro El Granero Xavier Rojas del Centro Cultural del Bosque, a espaldas del Auditorio Nacional. Metro y metrobus Auditorio. Hasta el 15 de diciembre.
Fotografía del encuentro de la autora con el equipo mexicano: Nadxeli Yrízar Carrillo.
Commentaires