Y la batalla continúa en el Teatro El Milagro, la caída se aproxima y hemos atestiguado la tercera batalla en la que el absoluto ganador el es afortunado y poco numeroso público, no porque no asista, porque el protocolo sanitario asi lo exige y con el porcentaje aceptado, la obra es un éxito, no solo de publico, mucho de este no logra conseguir boletos, sino un extraordinario logro artístico, un montaje redondo, texto del mejor nivel, documentados, informados, interpretados por un magnifico elenco que, como pocas veces, logra una homogeneidad actoral memorable en donde no se siente la diferencia en cuanto a la experiencia de los histriones, y vaya que la hay, histriones moviéndose por un bellísimo escenario de una plasticidad pictórica y arropados de la mejor manera. Y justamente, hablando de los vestuarios que portan, e
Toca turno darle la palabra a Laura Martínez Rosas, diseñadora de vestuario y utilería. Aquí la conversación con la joven y talentosa diseñadora.
Antes de entrar en materia, mencionamos quienes son los protagonistas indiscutibles de este encuentro, el emperador quien convive con algunos escasamente conocidos y con otros que, aunque ficticios, aportan hondas reflexiones sobre el significado histórico de lo ocurrido.:
Gutemberg Brito - Juan Garrido, un conquistador nacido en África a quien se le considera el primer panadero de la Nueva España, al ser quien comenzó a cultivar trigo.
Stefanie Weiss - María de Estrada una guerrera española de enorme proeza mencionada en el Lienzo de Tlaxcala
Mauricio Pimentel - Moctezuma II
Grissel Ocampo - Buenaventura la Lebrela, perra basada en animales que también se mencionan en las crónicas.
Silvia García - Nochipa, que significa eterna en Náhuatl, una mamá con su niñita, donde habla del mañana y de la esperanza después de la expulsión de los españoles.
La verdadera "Historia", con mayúscula, se dibuja al verlos todos juntos.
Imaginación, creatividad, investigación, herramientas indispensables para vestir a 20 personajes, tres de ellos animales… hay una deidad.
La primera referencia que tuve, fue La conquista de México, de Hugh Thomas, son palabras de la diseñadora, el maestro Olguín me envió ese primer texto, ese primer acercamiento que es meramente histórico y donde hay una versión súper rica acerca de la conquista y donde yo me fui dando cuenta cuáles eran los personajes que David tomaba de la historia real, cuáles quedaban en un entredicho y fue creando estos personajes ficticios.
Hice una investigación de la cuestión histórica, sobre todo de formas. Por ejemplo, en el caso de los indígenas recurrí a toda la información de los códices, el caso de los españoles fue un poco más complejo, porque la documentación de la indumentaria casi toda es pintura de gente que era de la realeza, ahí sí encontré un poco desafiante la imagen que yo quería del estrato social en el que están situados los personajes españoles, sobre todo, porque si ubicas pinturas del siglo 16 todas son gente de la alta sociedad la que está retratada, que no es la que vino a conquistar México, entonces ahí sí fue un poco desafiante. El caso de los mexicas fue un poco más fácil porque la gente que está retratada en los códices es la gente de la que está hablando David entonces ahí sí fue un poco más fácil.
Todo el tiempo sentí que los textos nos pueden hablar desde el contemporáneo, historias como la de Xareni, la perra, que habla de este racismo, de esta manera de hablar despectivamente. Todo el tiempo yo le decía a David que esos textos, a pesar de hablarnos de una historia que ocurrió hace 500 años, bien podría ser el escenario contemporáneo, que lamentablemente se sigue repitiendo. A partir de esa reflexión decidimos, más que estilizar, hay prendas contemporáneas, como en el caso de Laura Almela, que porta un pantalón, los estilos de los pantalones, para, de esta manera acercarnos, retomar siluetas, por ejemplo, en los españoles, el tipo de camisas, y más que nada hacer un juego de una hibridación entre el presente y el pasado.
Hay una buena combinación y un buen equilibrio entre elementos históricos y contemporáneos, en el caso de la suegra española de Cortés es muy notorio, pero como visten Xareni o Malitzin, puede uno ver a mujeres ahorita, en la calle, vestidas de igual manera, y tienen ese toque indígena y que remiten al pasado, por supuesto.
Muchos de los textos, por ejemplo el del guacamayo, es hablar totalmente sobre el mestizaje, o sobre la combinación. Lo que buscamos es encontrar el equilibrio y que no quedara en nada más estilizar por estilizar, bajo el pretexto de querer acercar a los personajes a esta era, pero partiendo de esta reflexión del pasado y el presente amalgamado.
Qué retos implica crear la imagen de una yegua, un guacamayo y una perra. Ve uno al guacamayo y es su plumaje, sin recurrir a una sola pluma. En el caso de los humanos no recurres a taparrabos, poco, con utilería, a metales en los españoles, pero es lo que menos abunda, lugares comunes, clichés de lo que uno identifica en los indígenas en la etapa de la conquista y a los mismos conquistadores.
A partir de mi trabajo de investigación me fijé mucho en estas ilustraciones que de hecho, sí se alejan mucho de las representaciones de los lugares comunes, que vemos plumas, vemos grecas, y me llamó mucho la atención perseguir estás siluetas que vemos en los códices, también con el maquillaje.
En el caso de los animales lo que hice fue buscar la esencia, ahí si hubo un reto, por una parte, tenía que encontrar el carácter del personaje, porque claramente el cotorro tiene su propia personalidad, la yegua tiene su propia personalidad y la lebrela tiene su propia personalidad.
Algo que sí manejamos mucho con David, es que el vestuario sea la piel del personaje, que nos hable de su personalidad, encontrar los rasgos esenciales, tanto de los personajes como de los animales y llegar a esa síntesis. Por ejemplo, en el caso del guacamayo tenía claro que no quería plumas porque, en principio, los presupuestos ni siquiera nos dan para irnos a una representación literal, pero, sobre todo, yo lo que pensé en su caso, fue darle al público ciertas pautas que al verlo diga, claro, tiene plumas, o tiene arnés como un caballo, pero no llegar a disfrazar. En la yegua si busqué como eran los caballos en esa época, que los distinguía, y encontré que eran los herrajes y todas estas cosas de los cinturones, y fui sintetizando ideas a partir de rasgos esenciales, tanto de los animales, como de los personajes. Trabajar con David es super padre porque el texto ya te lo da todo, nada más tienes que darte a la tarea de escarbar ahí dentro, porque ahí están las respuestas.
No se nota pobreza, no se nota falta de recursos. Se nota en cambio, mucha imaginación, creatividad, talento. David Olguín y su equipo parten de que tienen un público inteligente y son muy respetuosos hacia él, porque le dan la oportunidad de crear sus propias imágenes. Mauricio Pimentel haciendo al guacamayo no porta una sola pluma, pero es un ave.
A ese personaje le dimos varias vueltas, ahí sí estuvo como un poco reñido porque al principio lo queríamos resolver un poco como a los personajes de la primera jornada, con algo de maquillaje, pero se me ocurrió recurrir a las texturas, a que el textil mismo me diera esa sensación, entonces si es una construcción bien padre. Incluso David puede pensar el personaje en un principio de una manera y conforme vamos hablando y discutiendo también van cambiando las percepciones de todos, a pesar del poco tiempo. Y que bueno que no se ve la precariedad de recursos, eso me lo han comentado varias veces y la verdad es que me da mucho gusto porque si es mucho trabajo, con Sergio Zurita platicaba y me decía que era muy curioso como de la escasez de recursos, salen cosas muy ingeniosas.
Reitero, fue recurrir a la esencia. En el caso de los españoles fue pensar en principio qué eran. Son guerreros, entonces ¿cuál podría ser el equivalente contemporáneo?, un pantalón de carga, un pantalón de guerra, entonces encontrar esos equivalentes con lo contemporáneo fue lo que fue tejiendo los hilos.
No es lo mismo vestir a Malinche que a Xareni, a la guerrera tigre o a María de Estrada, es un reto cada personaje.
Más porque vienen estratos y son personalidades diferentes.
En la primera jornada si quisimos recurrir a materiales y a modos de confeccionar que no se vieran cocidos. En los primeros taparrabos que hice, hice muchos nudos, recurrí a textiles naturales, a cosas orgánicas también, para que no se viera como un intento de imitar algo que, en primera, ni siquiera sabemos a ciencia cierta cómo era.
Imágenes que tenemos en el imaginario colectivo, gracias a grabados, códices, pero tampoco tenemos la certeza, como nadie tiene la certeza de que Hernán Cortés lloró en el árbol de la Noche Triste, así de fácil.
Se parte de la poca información que existe, y la información que me da David en los textos, es la base. Para mí leer los textos y releerlos y releerlos es como la piedra angular de todo esto porque muchas respuestas están en lo que dicen, cómo sienten, cómo piensan estos personajes.
¿Qué sientes de ver tu trabajo en escena, combinado con todo, con los textos de Olguín, con la escenografía y la iluminación de Pascal y con 19 espléndidas actrices y actores?
Parece que es un viaje que no acaba, porque sigues descubriendo cosas. Cuando el personaje comienza a hablar en el primer ensayo, es que comienzan a tener sentido las cosas, es lo que me encanta, cosas que igual yo pensé y coloqué, buscando cierta estética, cómo se va entretejiendo lo que piensa el personaje con lo que yo propuse.
Este es el cuarto proyecto que tengo con David afortunadamente y es muy rico. Es como ir a la escuela, es mejor que ir a la escuela.
Te ha pasado que, ya creado un vestido, un ropaje padrísimo, y resulta que a la hora que corren el ensayo con vestuario, el actor no se puede mover, le molesta, le lastima, o lo ves y dices no me gusta o no era como yo lo visualizaba.
Por esas pasé en la tercera jornada, no funcionó lo que propuse para Moctezuma ni discursivamente, ni con el monólogo que tiene, hay que darle la vuelta a la página y asumir: ¡Estoy en ceros!. Ver que recursos si funcionaron en otros personajes que podrían funcionar en este, por ejemplo, en el caso de Mauricio Pimentel fue encontrar la salida. El maquillaje había funcionado muy bien con los primeros indígenas que pusimos en el caso de los hombres, también hay una coincidencia de que ese texto alude a los anteriores y ahí encontré la respuesta. Digamos que técnicamente es estresante, pero el teatro, al ser materia humana y viva, está sujeta a este tipo de cambios, a lo que llamaríamos imprevistos, pero afortunadamente David y Gabriel son personas que tienen muy claro esto, que estamos trabajando con materia humana, que puede haber vuelta atrás, o vuelta a la página, o rehacer un personaje desde cero, a pesar de que ya mañana estemos con público, no necesariamente nos tenemos que aferrar a lo que está en el papel, sino a lo que está en el escenario.
Es un trabajo absolutamente disfrutable, redondo texto, que es la base, y después todo lo que se tiene que ir sumando en el proceso, y tu trabajo es absolutamente notorio.
La verdad es que me llena de satisfacción porque sí ha sido un largo camino, pero hemos llegado a un muy buen puerto. Yo creo que todos, actores, director, iluminador escenógrafo, eso pasa cuando reúnes a personas que tienen el mismo ímpetu que tú.
Gente comprometida y talentosa.
En la cuarta y última batalla, del 2 al 5 de septiembre, participaran:
Elizabeth Pedroza. Coatlicue
Raúl Villegas. Hernán Cortés
Patricia Loranca. Acamapichtli la dama tigre
Antonio Cravioto. Garcí Olguín
Elías Tocano. Chichimecatecuhtli
Sofía Gabriel Luna. Madame Lázara
El teatro es de todos. ¡Asista!
Absolutamente recomendable. Imprescindible.
1521: la caída
Textos y dirección: David Olguín
Escenografía e iluminación: Gabriel Pascal*
Vestuario: Laura Martínez Rosas
Actuación: Con Laura Almela, Jorge Ávalos, Gutemberg Brito, Antonio Craviotto, Sofía Gabriel Luna, Silvia García, David Hevia, Daphne Keller, Patricia Loranca, Grissel Ocampo, Emmanuel Pavía, Elizabeth Pedroza, Mauricio Pimentel, Kira Rodríguez, Omar Silva, Elías Toscano, Raúl Villegas, Stefanie Weiss y Sergio Zurita.
Teatro El Milagro: Milán No. 24 Col. Juárez.
Del 12 de agosto al 5 de septiembre
Jueves y viernes 20 horas. Sábado 19 horas, domingo 18 horas.
Cada semana un programa distinto, con funciones presenciales y vía streaming.
Entrada general $250/ maestros, estudiantes, inapam, tarjetahabientes BBVA $150/ vecinos de la Alcaldía Cuauhtémoc $100/ estudiantes de teatro, colaboradores BBVA $80. #JuevesDelEspectador $100
Preventa a través de elmilagr.boletopolis.com// Abono para los 4 programas por $ 400 (funciones presenciales o vía streaming)
Informes: 55 35 12 91 difusionelmilagro@gmail.com www.elmilagro.org.mx
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