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Una exploración de nuestros miedos. Por: Salvador Perches Galván.









¿No crees que debería costar menos estar vivo?

Erik








En un amplio pero descuidado dúplex ubicado en el barrio chino, en el centro de la ciudad de México, una familia se reúne para celebrar la cena de navidad, es 2019. Los que visitan a la joven pareja, Berenice y Richard, son los padres de ella Erik y Doris, que viven en Irapuato, Guanajuato. Con ellos viene la hermana mayor Aline, y la abuela Yaya, que casi todo el tiempo duerme y dice cosas incomprensibles.

Entre charlas casuales y las incomodidades típicas de ese tipo de celebraciones, todo parece transcurrir de manera normal durante la velada. Pero conforme avanzan las horas, la tensión se comienza a agudizar entre los ahí reunidos, revelando todo tipo de frustraciones, traumas, secretos y mentiras.

La historia, concebida por el dramaturgo Stephen Karam (él mismo adaptó y dirigió su obra al cine), tiene todos los elementos y características de una película de terror. Apuesta por un estilo formal que evoca a los relatos de casas embrujadas, donde los fantasmas que deambulan por las habitaciones pueden ser tan metafóricos como literales de un momento a otro. A menudo las adaptaciones de obras de teatro al cine son, o muy fieles a lo que se ve en el escenario, o muy enfáticas en volverse cinematográficas por medio de elaborados montajes. The humans (2021) es una curiosa excepción en la que ambos formatos cohabitan, logrando enriquecer a la narración y al desarrollo de sus personajes con lujo de detalle.

Stephen Karam es un dramaturgo y guionista estadounidense. Sus obras Sons of the Prophet, una comedia dramática sobre una familia libanesa-estadounidense, y The Humans fueron finalistas del Premio Pulitzer de Drama en 2012 y 2016, respectivamente.

Karam creció en Scranton, Pensilvania, en una familia libanés-estadounidense de fe maronita. Se graduó en 2002 de la Universidad de Brown, luego fue aprendiz en el Festival de Shakespeare de Utah.

Karam enseña en The New School. Sus obras han aparecido tanto en Off-Broadway como en Broadway.

Fue tres veces ganador en el Festival Nacional de Jóvenes Dramaturgos de The Blank Theatre en 1997, 1998 y 1999.

Los humanos es un retrato profundo de una familia que, aunque lo disimule o lo ignore, cae en una degradación cada vez más común en la sociedad moderna. Al final, cuando el drama hace su descenso hacia el terror, no queda claro quiénes son los humanos y quiénes son los verdaderos fantasmas del lugar.

Espero que algo de las experiencias de esta familia, permitan reflexionar sobre cuáles son tus relaciones reales en tu vida. A veces la mejor manera de procesar a tu propia familia es viendo la de alguien más. Nadie quiere ver su propia familia, así que permitámonos reflexionar sobre ella, mostrando otra, son palabras del autor de la obra.

Los humanos, narra algo muy común al realismo teatral norteamericano, el encuentro de una familia disfuncional para festejar la cena navideña. La obra se llama Los humanos porque Richard recuerda un cómic de su infancia en el que los marcianos estaban desconcertados por la conducta de los humanos.

Su lenguaje es moderno, realista y estilizado a un tiempo, pero exhala aroma clásico, del Broadway de la edad de oro, entre los años treinta y los cincuenta. Es bueno sentir que algo forma parte de una tradición y la continua. Los acontecimientos son bastante mínimos y, sobre todo, interiorizados, a diferencia de muchas obras de estas características y esta tradición realista estadounidense (Eugene O’Neill, Tennessee Williams, Arthur Miller son los mejores ejemplos). Los humanos, por encima de todo, tiene verdad y corazón. Hemos visto mil veces a familias despellejándose en escena, pero esta es la historia de una familia que, pese a todos los pesares, se pelea, pero se quiere, y lucha por salir adelante: eso es lo radicalmente nuevo, lo inusual.

Damnificado indirecto del terremoto de septiembre de 1985 en la ciudad de México, el padre no termina de comprender por qué su joven hija quiere vivir en las malas condiciones de un dúplex en pleno barrio chino de la otrora DF, y la presiona a volver a su ciudad natal. La madre atraviesa por una crisis laboral de su edad, mientras que Aline acaba de separarse de su novia y padece una enfermedad intestinal que le impide relacionarse como quisiera. En tanto, la querida Yaya cada vez está más lejos de este mundo por el acelerado Alzheimer y requiere de la paciencia de sus, ahora desconocidos, familiares.

El enorme duplex se ubica en el subsuelo de un muy avejentado edificio, es un lugar inmenso, pero en pésimo estado y se asienta sobre una comprobada zona sísmica. Se escuchan fuertes, muy fuertes ruidos, las lámparas se funden una tras otra. Es como si todos estos desperfectos fueran parte de un estado de la mente, como si existieran en la cabeza de los protagonistas.

El apartamento es un edificio inspirado en espacios reales, espacios donde yo viví, ha afirmado Karam. Viví en un apartamento donde creía que arriba vivía un fantasma, porque en cada paso y en cada ruido podías sentir la vibración en el techo y en el piso que cruje. Cualquiera que ha vivido en un edificio antiguo, que no sea tan agradable, probablemente sepa de esto, que sientes que alguien te camina cerca o sientas que el apartamento se mueve con el movimiento de las familias. Básicamente viví en un lugar donde sentía todas estas sensaciones y realmente me obsesioné con esos ruidos, definitivamente esto fue una gran inspiración para The Humans.

The Humans ha sido laureada desde 2015, cuando Karam la presentó en Chicago y, luego la ubicó con éxito en la cartelera de Off-Broadway, para mudarla al año siguiente a Broadway. La obra no solo ganó un premio Tony, sino que también llegó a ser finalista en los Pulitzer.

Bere, es música y compositora pero no consigue trabajo de eso, y Richard, estudia un doctorado, no pasan por buenos momentos laborales y eso le preocupa especialmente a Erik, que es personal no docente en una escuela y está muy apretado económicamente. Otro tema que circula de forma incómoda entre la familia, es que los padres son católicos devotos, mientras que sus hijas pasan por completo el tema religioso.

Entre conversaciones casuales, momentos amables, microagresiones y revelaciones que son profundas e importantes pese a que parecen pasar inadvertidas en la conversación previa y la que tiene lugar durante la cena, Los humanos va haciendo un retrato familiar atravesado por varios conflictos y resentimientos cruzados: generacionales, raciales, religiosos, de género y hasta de clases sociales.

Un tema de conversación que se repite entre Richard y Erik, tiene que ver con las pesadillas de cada uno de ellos. Y, en cierto modo, la escenografía y el sonido parecen tratar al espacio físico como si fuera una representación física de esos miedos.

Quizás, como en aquellas clásicas novelas de terror del siglo XIX, los verdaderos fantasmas sean ellos. Y nosotros, los humanos del título, solo los observamos aterrorizados.

La versión mexicana de Los humanos ha sido traducida y adaptada por Paula Zelaya Cervantes y dirigida por el infalible Diego del Río, con la participación de las actrices y actores, Concepción Márquez como la abuela Yaya (a quien agradecemos profundamente el habernos invitado a ver el montaje); José del Río (padre del director y que ignoramos si es su debut, si es así, es uno muy afortunado) como Erik, el padre; Pilar Flores del Valle, extraordinaria en Doris, la madre; Luz Aldán Aline, la hija mayor; Paulette Hernández es Bere, la hija menor; y Nacho Tahhan como Rich, pareja de Bere.

Los humanos es una impiadosa mirada a la dinámica familiar, cada uno de sus integrantes carga un cúmulo de traumas, miserias, secretos y mentiras que se irán conociendo mediante confesiones que Karam construye y luego dosifica con precisión, al respecto, afirma Yo espero que los espectadores sientan que están observando algo que es muy familiar, pero lo es de una forma distinta, casi como que estás viendo algo que ya has visto antes, pero desde un ángulo diferente y así lo sientas como nuevo.

Los humanos tiene muchas capas y es inquietante. Es difícil retratar la dinámica familiar, desordenada de una manera tan multifacética y realista, pero Karam navega magistralmente por estos personajes amorosos, descarriados, desanimados y luchadores y su complicada historia entre ellos de una manera que le habla genuinamente al público.

Una de las peculiaridades de Los humanos como ya se dijo, es el escenario, el cual cobra protagonismo, más allá de los propios humanos que lo transitan. ¿Tendrá más alma una casa que la persona que en ella habita?. Dúplex unido por una escalera, esa leve interconexión entre el piso de arriba y abajo por una simple escalera que muestra la desconexión entre una planta y otra. Así como todo lo que transcurre en cada una de ellas. Ese vínculo entre las relaciones familiares, que también está repleto de luces y sombras.

Al mismo tiempo que Erik vertebra el relato, lo hace la mujer sin rostro que aparece en sus pesadillas.

¿Qué puede temer más el ser humano?: ¿Aquello que le acecha en sus pesadillas? ¿o la realidad inevitable que ha de afrontar? Quizás, aquello que te persigue en tus pesadillas no es más que el reflejo de la realidad que intentas eludir. Los humanos es una exploración de nuestros miedos, e incertidumbres en distintas etapas de nuestras vidas, ha declarado Karam, pero también es una mirada profunda a una familia y sus dinámicas, en una de esas celebraciones tradicionales. Deja ver los miedos de cada uno y cómo estos los afectan, pero también de cómo el amor los une y los mantiene a flote. Creo que eso es lo que sucede en esta historia y termina teniendo una resonancia, permite que, con la obra, la audiencia ría, llore y se asuste un poco, todo a la vez. Todos tenemos algún vínculo con personas con las que hemos crecido, así no sean de nuestra familia.

Asistir a Los humanos, es asistir a una obra en la que aparentemente no pasa nada, pero cuya virtud son los muy bien trazados personajes.

Como en las mejores obras de familias, poco a poco se van filtrando los sinsabores del descalabro, sin que haya grandes hundimientos. El naturalismo en el que se enmarca Los humanos se hace muy evidente en el tiempo de la obra, que abarca la cena familiar desde que llegan al departamento hasta que terminan de cenar, sin saltos temporales.

La obra es, un espejo que nos devuelve el reflejo de nosotros mismos, la realidad importante aquí es la familia, y la situación es perfectamente trasladable a cualquier contexto. Es muy fácil reconocerse en ellos y ver a nuestro entorno.

Todo inicia de forma amigable, jovial y en armonía hasta que va llegando la noche, y así como empiezan a notarse defectos en la estructura del edificio, también se empiezan a manifestar los pequeños quiebres dentro de la estructura del núcleo familiar. La obra maneja muy bien ese contraste de emociones y las va desarrollando de buena forma, pasando de la más pura comedia hasta la más oscura tragicomedia y al drama. Es esencialmente una cruda y a la vez bella comedia negra, que ahonda en algunos de los dramas más profundos de la familia y del ser humano, que sirve de fiel espejo para perturbar por momentos y conmover al espectador por las fibras delicadas que toca. Es sencilla y minimalista, pero también poderosa y profunda, con temas como problemas económicos, sentimentales, diversidad sexual, reproches, sueños y expectativas no cumplidas, represiones, decepciones, y mucho más.

Cada quien podrá hallar en Los humanos una representación de sus pesadillas, a medida que las conversaciones basadas en tópicos de frecuente debate (religión, enfermedad, salarios) erosionan a los humanos de su título. Tan incómoda experiencia, sin embargo, propone una salida, la de romper con los fantasmas internos y aceptar los errores de nuestra condición.


Queridas Aline y Bere. Hoy he sido torpe con ustedes y me he sentido confusa. Ya no pude recordar sus nombres y me sentí mal por ello. Qué raro es irme convirtiendo lentamente en alguien que no conozco. Pero mientras estoy aquí, quiero decir, que no se preocupen por mí, cuando comience a irme. No tengo miedo. En todo caso, me gustaría haber sabido… que la mayoría de las cosas que hice y me pasé mi vida… preocupándome por ellas, no eran tan malas. Tal vez sea porque esta enfermedad… me hace olvidar las peores cosas, pero, ahora mismo, no siento nada por esta vida que… valiera la pena, como para ponerse tan nerviosa. Ni siquiera bailar en las bodas. Bailar en las bodas siempre me ha dado miedo, pero ahora ya no me parece para tanto. Bailen más que yo. Beban menos que yo. Vayan a la Iglesia. Sean buenas con todos los que quieren. Las quiero más de lo que nunca sabrán.

Les escribe Yaya a sus nietas, antes de perder la memoria.



El teatro es de todos. ¡Asista!


Muy recomendable.


Los humanos. De Stephen Karam.

Traducción y adaptación: Paula Zelaya Cervantes

Dirección: Diego del Río.

Actuación: Concepción Márquez, José del Río, Pilar Flores del Valle, Luz Aldán, Paulette Hernández y Nacho Tahhan.

Martes 20:30 horas hasta el 27 de septiembre.

Foro Shakespeare, Zamora 7 Colonia Condesa. Metro Chapultepec




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