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eseperches

Una memoria fracturada. Texto: Salvador Perches Galván. Fotos: Roberto Sosa







Solo en el escenario pueden

el pasado, el presente y el futuro

ser revelados en un mismo instante.

Es un medio perfecto para jugar

con el tiempo y para arrojar

algo de luz sobre la condición humana.

Andrew Bovell.








Andrew Bovell es un escritor australiano de teatro, cine y televisión nacido el 23 de noviembre de 1962 en Kalgoorlie, Australia Occidental. Se graduó de la Universidad de Australia Occidental con una licenciatura y luego con un Diplomado en Artes Dramáticas en el Victorian College of Arts, en Melbourne.

Su obra ganadora del premio AWGIE, Speaking in Tongues, (1996) se ha visto en toda Australia, así como en Europa y Estados Unidos, y Bovell la adaptó para la pantalla como Lantana (2001). Tanto la obra como el guion han sido publicados por Currency Press junto con After Dinner (1988), Holy Day (2001), Scenes from a Separation, (1995) escrito con Hannie Rayson y Who's Afraid of the Working Class? (1998), en coautoria con Patricia Cornelius, Melissa Reeves, Christos Tsiolkas e Irene Vela. ¿Quién le teme a la clase trabajadora? fue adaptado al cine como Blessed.

When the Rain Stops Falling (Cuando la lluvia deje de caer, 2008) ganó el Premio Literario Victoriano Premier de 2008 y los Premios Literarios de Queensland Premier 2008, así como el Premio Victorian Green Room de 2009, AWGIE - Premio Stage, y Sydney Theatre Award - Mejor Nueva Obra Australiana.

En 2010, una producción de When the Rain Stops Falling se estrenó en Nueva York. El New York Times la describió como "una obra de teatro irregular pero esquemática sobre el largo legado de actos antinaturales" y comentando que "las relaciones finalmente emergen con una claridad emocional contra la que la estructura elíptica de la obra funciona".

La lluvia, como escenario, gris y constante, acompaña, enmarca y envuelve todo. La lluvia confina a los personajes a una existencia limitada, de libertad determinada por la naturaleza de las pulsiones, de repetición de conductas que proporcionan seguridad, de automatismos poco creativos, pero útiles. A partir de este planteamiento, los personajes, como parte de un espejo roto, van buscando muros a los que adherirse, techos en los cuales cubrirse, familias de las que formar parte, sentido de su existencia, señas de identidad.

Tras un comienzo desconcertante, un tiempo imposible y un espacio recurrente, se desarrolla una sucesión vertiginosa de personajes, escenas e interacciones en donde, hasta el final, todo encaja. Heredamos miedos, culpa y esclavitud. Andrew Bovell reivindica su Australia natal como cárcel histórica de redenciones imposibles, como destino, como castigo y salvación.

La escenografía y la iluminación, acotan a los personajes, los vinculan a las distintas generaciones bajo la dirección detallada, equilibrada de Enrique Singer. Actrices y actores, todo ellos extraordinarios y con una calidad homogénea como pocas veces hemos visto , transmiten el peso de la herencia, el determinismo, el contraste naturaleza/humanidad, la búsqueda del lugar propio en el mundo, la renuncia y el amor. Entre todos, estas tenaces, violentas gotas, tan brillantes como oscuras, compactas y acogedoras bajo las cuales, algo tan simbólico como el pescado, concilia, espíritus y fantasmas familiares en un acto de solemnidad sacramental. No somos islas, somos lo que otros fueron.

Cuando finalmente esa lluvia quieta o implacable deje de caer, todo nuestro mundo, inexplicablemente, volverá a sonreír.

Tan laberíntica como sugestiva, Cuando la lluvia deje de caer, se ha presentado con gran éxito en todo el mundo. Empieza con una extraña escena, a Gabriel York del cielo, le cae un enorme pescado, eso da pie para que cuente su historia: es un hombre que vive solo, tras abandonar, años atrás, a su familia. Recibe una llamada telefónica: es su hijo a quien ve desde que tenía siete años, que ha viajado para reencontrase con él. Gabriel York le invita a comer.

Cuando la lluvia deje de caer es la historia de una saga familiar, contada en saltos en el tiempo y el espacio con múltiples capas, que abarca cuatro generaciones, ocho décadas de una misma familia que se mueve entre Europa y Australia de 1959 a 2039.

Cuando la lluvia deje de caer es una obra nublada que envuelve al desorientado público; de repente, las nubes se levantan y todo adquiere lógica. Las desordenadas piezas van encajando y el espectador se encuentra con una historia conmovedora, a ratos terrible; una historia de amor, de búsqueda, identidad, abandono, fracaso, rencor, amargura y muerte.

En Cuando la lluvia deje de caer una postal enviada desde Australia hace que un joven con muchas preguntas sobre su identidad familiar decida viajar desde Londres hasta Australia, emulando el viaje que décadas antes realizó su padre al que apenas conoció, «Tengo un gran anhelo de estar bajo un cielo diferente al que me vio nacer». Este viaje, en cierto sentido iniciático, sacudirá el pasado que había permanecido oculto.


El proyecto llegó cuando estaba explorando la idea de la superposición, buscando encontrar un lenguaje teatral que fuese más allá del naturalismo

y que me permitiese contar más de una historia

mediante la colocación de capas unas encima de otras.

Seguía queriendo contar una buena historia, pero quería hacerlo

desde un lugar que resultase intelectualmente sugerente.

Andrew Bovell.


Cuando la lluvia deje de caer es una experiencia teatral intensa para el espectador. Se trata de una dramaturgia que exige un alto nivel de atención ya que, en principio, las escenas se presentan con el arbitrario desorden con el que se dispondrían los pedazos de un mundo roto, de una memoria fracturada. A través de viajes en el tiempo, tanto al pasado como al futuro, y en el espacio, la acción se desarrolla en ambos hemisferios, las piezas de este rompecabezas emocional y biográfico irán encajando. A través de estos viajes, el espectador irá desenredando la historia en la que están atrapados los secretos de esta familia y, a medida que se van desvelando las sucesivas capas del tejido del tiempo, el desconcertado espectador del principio de la obra se irá convirtiendo en un testigo omnisciente poseedor de más información sobre la historia de este linaje que cualquiera de sus miembros. A medida que avanza la obra, el espectador va tomando conciencia de que Bovell está contando mucho más que la historia de una familia.

El teatro de Bovell es rico en imágenes cargadas de un simbolismo que cobra intensidad a fuerza de repetirse en cada generación: una sopa de pescado que humea en la mesa, una caja con objetos personales de un ancestro, una habitación recién pintada que sigue pareciendo vieja. La tensión se incrementa conforme se descubren temas e ideas sobre los que gravita la dramaturgia: culpa, arrepentimiento, dolor, traición, abandono, decepción y melancolía, pero también, sorpresa, esperanza, perdón y redención. Descubrimos en los silencios de los miembros de la familia que, a veces, la ausencia no se produce porque haya pocas cosas que decir sino porque hay demasiadas.

La escena final entre los dos últimos miembros de la saga, Gabriel y Andrew es esperanzadora, que no complaciente, ante la posibilidad de que el presagio de extinción haya sido conjurado por algo tan sencillo y a la vez tan grandioso como que un padre y un hijo que se encontraban distanciados sean capaces de comprenderse, de perdonarse y de compartir el último pescado del mundo.



El teatro es de todos. ¡Asista!


Absolutamente recomendable.


Cuando la lluvia deje de caer. De: Andrew Bovell.

Dirección: Enrique Singer.

Actuación: Cecilia Toussaint, Sophie Alexander-Katz, Tato Alexander, Verónica Terán, Víctor Weinstock, Misha Arias, Andrés Torres Orozco, Luis Fernando Mayagoitia y Efraín Félix.

Teatro Rafael Solana Miguel Ángel de Quevedo 687.

Viernes 18:30 y 20:30 horas, sábado 18:00 y 20:00 horas y domingo 17:30 y 19:30 horas. Hasta el 7 de agosto de 2022.

Duración aproximada: 1 hora 30 minutos

Mayores de 18 años



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