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Una noche decisiva en su vida. Texto y fotos: Salvador Perches Galván.



Escrita por Samuel Beckett, La última cinta de Krapp es el monólogo de un hombre, originalmente escrito para el actor norirlandés Patrick Magee (conocido en el mundo gracias a la serie de televisión Los vengadores (191), y que llevaba primero como título Monólogo de Magee. Fue inspirada por la experiencia de Beckett al escuchar a Magee leyendo extractos de sus novelas Molloy (1951) y From an Abandoned Work (1957) del Tercer Programa de la BBC en diciembre de 1957. Beckett quedó impresionado con la voz agrietada del actor y escribió esta obra teniéndolo a él en mente.

Escrita en 1958, la obra muestra a Krapp, un hombre mayor acostumbrado a grabar su diario en un magnetófono. Refugiado en la soledad de su lúgubre aposento, conmemora su 69 aniversario. Invadido por un deseo irrefrenable, siente la necesidad de escuchar una vieja grabación que hizo cuando tenía 39 años. La cinta contiene la memoria de una noche decisiva en su vida. Obsesionado, escudriña en los recovecos de su juventud, su etapa adulta y su vejez.

Encuentra una cinta, Caja tres, cinta cinco, con una grabación antigua donde puede escuchar a un yo más joven narrando historias del pasado.

A Krapp le desagrada su yo pasado, siente que era ególatra y descentrado, le resulta particularmente duro escuchar a su yo más joven hablando del encuentro con una mujer en aquellos años. Krapp terminará grabando una nueva cinta narrando la experiencia de haber escuchado a su yo pasado.

En muchas ocasiones esta obra ha sido interpretada como una alegoría del fin de la historia, los fragmentos del pasado, los documentos de otras épocas resultan vacíos, sin sentido para justificar la situación actual que se presenta como algo amargo, carente de esperanza.

La pieza fue estrenada como previo a Final de partida del mismo Beckett, (del 28 de octubre al 29 de noviembre de 1958) en el Royal Court Theatre, Londres. Fue dirigida por Donald McWhinnie y protagonizada por Patrick Magee. En esta primera ocasión, tuvo 38 presentaciones.

Con el título de La última cinta, la obra fue adaptada al cine por TVE en 1969 con Fernando Fernán Gómez como Krapp.

La obra muestra a un personaje que tiene mucho del propio Beckett: de sus amores, de sus pérdidas, de su regreso a Irlanda, de las mujeres de su vida y de la crisis que vivió a los 39 años de edad. A partir de ahí hace un desdoblamiento para hablarnos de la vulnerabilidad y la fragilidad humana, del avasallador paso del tiempo y de la crudeza de la vejez a través de un hombre mayor que recurre a su pasado y se confronta con sus imperfecciones.

Dentro de la producción dramática de Samuel Beckett (1906-1989), La última cinta de Krapp no ocupa un lugar excesivamente destacado. La rodean una serie de anécdotas más o menos seductoras, sobre todo relacionadas a las puestas y modificaciones intentadas por el propio autor, en México han pasado décadas sin que ningún director se haya interesado en llevarla a escena. En 2006, en el marco de los homenajes por el centenario natalicio de su autor, Eduardo Ruiz Saviñón la montó en La Casa de la Paz con Guillermo Henry.

Sin embargo, es un autor que con cierta frecuencia ocupa escenarios locales, recordamos algunos montajes memorables, por ejemplo: Ah, los días felices de 1977 con la brillante dirección de Manuel Montoro e interpretaciones impecables de Beatriz Sheridan y Héctor Gómez en el Teatro Independencia.

Beckett fue el último autor interpretado por el gran Claudio Obregón acompañado de Diego Jáuregui, vía Endgame (Final de partida), dirigida por Abraham Oceransky para la Compañía Nacional de Teatro.

Esperando a Godot es, probablemente la obra del irlandés más montada en México. Una apuesta, un parteaguas de la dramaturgia y cima de la corriente del teatro del absurdo, la apuesta de Itari Marta al frente de la Compañía de Teatro Penitenciario adquiere una connotación muy diferente sobre la espera, con estos espléndidos histriones privados de la libertad. Por su parte, sus personajes encuentran una fuerza motriz que los mueve al conflicto, que no es convencional y canalizan la energía por medio de elementos cercanos al clown y la farsa en el montaje, a cargo de La Compañía de José Luis Cruz.

En el 2014 Teatro UNAM, siempre arriesgando monto un muy original espectáculo: No queda nada que decir, a partir de 5 obras cortas de Samuel Becket, a cargo de igual número de directores: David Jiménez, Mariana Gándara, Juan Carrillo, Mónica Jasso y Damián Cervantes, con: Nailea Norvind, Sergio Ramos Ruiz, Georgina Tábora, Harif Ovalle, Erandi Solis y Sofía Isolda.

Samuel Beckett es un novelista y dramaturgo irlandés nacido en 1906. Estudió en una escuela protestante al norte de Irlanda y posteriormente en el Trinity College de Dublín donde hizo la licenciatura y el doctorado en Lenguas romances. En 1937 se mudó a París donde trabajó como secretario de James Joyce. Tras la ocupación alemana de 1940 se enlistó en la Resistencia Francesa y, tras ser perseguido por la Gestapo, huyó con su esposa al sur de Francia. Al final de la guerra escribió sus cuatro obras más importantes: la trilogía Molloy, Malone muere, El innombrable, y Esperando a Godot. Otras obras importantes publicadas en inglés son Final de partida, La última cinta de Krapp y Días felices. En 1969 obtuvo el Premio Nobel de Literatura.

Desde lo argumental, La última cinta de Krapp puede resumirse fácilmente: se trata de un anciano (Krapp) que, tras haberse grabado a modo de ritual durante años, siempre en su cumpleaños, con un magnetófono, decide escucharse en las grabaciones hechas 30 años antes de su cumpleaños número 69, que es donde se sitúa la representación. La particularidad de esas grabaciones que se escuchan, radican, para él, en la época en la que fueron grabadas: 30 años atrás, el hombre, que ahora es un anciano estaba en la plenitud de la vida, en la cima de sus experiencias.

Quedarse solamente con el argumento implica perderse del absurdo con que el autor trabajó en su obra; aislar los acontecimientos de todo análisis reflexivo posible. Supondría cerrar el análisis de aquello que se muestra de manera simbólica: la vida como instantes de fugacidad, la ansiedad por saberse feliz, las transformaciones de las personas a lo largo del tiempo, etc. No es más que otra estrategia, puesto que la apertura de posibilidades está implícita dentro de la versatilidad de coyunturas que habilita el teatro beckettiano.

El recurso de la repetición no es muestra del cansancio que supone la condición de la vejez, tampoco lo utiliza para mostrar la demencia senil que el protagonista puede o no presentar, da cuenta del desgaste que sufre el lenguaje al estar en constante utilización.

El tiempo en las obras de Beckett se presenta como una continuidad de repeticiones, un siempre estar siendo. La crítica que el dramaturgo realiza atraviesa las atmósferas sociales, culturales y políticas.

Reponer La última cinta de Krapp demuestra que, después de la Segunda Guerra Mundial, donde el testimonio era una manera de socavar las huellas en el inconsciente, continúa haciéndolas perdurar en la memoria.

Toca turno a la experimentada Sandra Félix presentar La última cinta de Krapp, el texto más autobiográfico de Samuel Beckett, de quien ya había montado Ahh, los días felices, ahora dirigiendo a un monstruo de la escena mexicana el maestro Luis de Tavira.

¿Tienen sentido los archivos del pasado para explicar nuestro frágil presente? Muchos se han hecho esta pregunta con La última cinta de Krapp, escrita en 1958. Busca ansiosamente en el desorden de sus cosas la cinta que contiene la memoria de una noche decisiva en su vida. La localiza, la coloca en la grabadora, escucha, detiene, adelanta y escudriña recuerdos que despiertan una interlocución de su memoria en tres planos temporales: su juventud, su etapa adulta y su vejez.

Obra conmovedora, lírica y sentimental, en la que el autor nos muestra a un hombre que tiene mucho del propio Beckett: de sus amores, de sus pérdidas, de su regreso a Irlanda, de las mujeres de su vida y la crisis que vivió a los 39 años, para hablarnos de la vulnerabilidad y la fragilidad humana, del paso del tiempo y de la crudeza de la vejez a través de un hombre mayor que recurre a su pasado y se confronta con sus imperfecciones, tanto las de entonces como las de ahora, tal como lo hacemos todos, cuando volteamos a nuestras memorias.

Esta obra nos invita a identificarnos con los deseos de volver a un pasado imposible de cambiar, pero que podemos revivir con solo escuchar una grabación.

Sandra Félix es una directora y docente de teatro. Ha dirigido más de 40 obras entre las que podemos mencionar: Los días felices, de Samuel Beckett, Polvo de mariposas basada en Las olas de Virginia Woolf (ganadora del premio a Mejor dirección por parte de la Asociación Mexicana de Críticos de Teatro), Feliz nuevo siglo Doktor Freud de Sabina Berman y Rumis de Manuel Barragán. Para la Compañía Nacional de Teatro dirigió Este paisaje de Elenas de Elena Garro, Conferencia sobre la lluvia de Juan Villoro, El caso Romeo y Julieta de Berta Hiriart, Sandra Félix y Angeles Hernández y Rose de Martin Sherman. En 1989 fundó El Taller de Teatro de la Biblioteca de México donde ejerció como docente durante treinta años. Actualmente es beneficiaria del Sistema Nacional de Creadores de Arte 2019-2022.

Luis de Tavira Es director de escena, dramaturgo, ensayista, traductor y pedagogo, fundador del Centro Universitario de Teatro, el Núcleo de Estudios Teatrales y la Casa del Teatro, A. C. Ha dirigido más de un centenar de montajes en México y más de una docena en el extranjero. Como actor ha participado en De la vida de las marionetas, de Ingmar Bergman, dirigida por Ludwik Margulles; La última sesión de Freud de Marc St. Germán bajo la dirección de José Caballero; y en La fundamentalista de Juha Jokela bajo la dirección de Ignacio García. Ganador del Premio Nacional de Ciencias y Artes 2006; en 2018 recibió el Premio Universidad Nacional y el Premio Álvaro Custodio. Es creador emérito del Sistema Nacional de Creadores del Arte, y Miembro de número de la Academia de Artes.

De Tavira borda con sutileza y minuciosidad cada gesto, cada sonido, cada movimiento. Los pasos del actor son, sin duda, los del anciano Krapp; sus gestos encuentran su anclaje en la vida del texto dramático. Nada está porque sí en el mundo de Beckett, nada es lo que parece a simple vista: Las palabras, los silencios, los movimientos y la quietud son tácticas significantes que hacen detonar al lenguaje y retornan a modo de eco relevando la distancia que existe entre significante y significado.

Como en todos los trabajos de Beckett, el pesimismo y una cierta ambigüedad invaden la propuesta. Atestiguamos la reelaboración de una costumbre que para el protagonista y único personaje se ha extendido por más de tres décadas.

Regularmente al ver una obra de Beckett, lo primero que nos viene a la cabeza es la sensación de muerte y deshumanización. De la descomposición de los objetos, del hombre, de las identidades y del lenguaje, arma, con la que el escritor construye lo que paradójicamente es una deconstrucción de las estructuras tradicionales de la dramaturgia.





El teatro es de todos. ¡Asista!


Absolutamente recomendable.



La última cinta de Krapp de Samuel Beckett

Dirección: Sandra Félix.

Actuación: Luis de Tavira

Foro La Gruta. Av. Revolución 1500, Guadalupe Inn. Sábados y domingos 18 horas. Hasta el 11 de septiembre

El costo del boleto es de $260. Las entradas pueden adquirirse en la taquilla del Centro Cultural Helénico, ubicado en Av. Revolución 1500, o en la página helenico.gob.mx.

Se exhorta al público a asistir con las medidas de sanidad necesarias para prevenir contagios del COVID-19, por lo que será obligatorio el uso de cubrebocas, la aplicación continua de gel desinfectante y atender las instrucciones del personal de seguridad. En caso de presentar algún síntoma


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